_
_
_
_
Entrevista:CHRISTIAN PANUCCI | Defensa del Roma | Octavos de final de la Liga de Campeones

"Quizá el Madrid sea más italiano que el Roma"

Diego Torres

Sentado en el café de Trigoria, el flaco del tupé de hierro parece el mismo de siempre. No se distingue hasta que habla. Entonces, la voz de Christian Panucci (Savona, 1973) tiene una inconfundible resonancia teatral. Recuerda a los patibularios de Hollywood. Esos especialistas en la supervivencia a los que él, sin quererlo, se parece. En el tramo final de una carrera que le ha llevado por dos Mundiales y algunos de los clubes más representativos de Europa, el jugador más experimentado del Roma vuelve a enfrentarse al Madrid.

Pregunta. ¿Qué destaca del Madrid de 1998?

Respuesta. Fue el grupo más bonito en el que jugué. Una piña. Cada miércoles salíamos a cenar. Después nos íbamos de copas. Increíble. En agosto, nueve meses antes de la final con el Juventus, ya teníamos la Copa de Europa. La habíamos ganado en la mente. Era un equipo que tenía que ganar. La mayoría habían ganado poco: Pedja [Mijatovic], Suker, Redondo... Todos tenían hambre de títulos.

"En Italia disfrutamos de los pelotazos. Si no hay polémica, no estamos contentos"
"Cada año el campo se me hace más largo. Me siento como un mueble antiguo"

P. ¿Qué distingue al Roma?

R. Forman parte de la romanità. Sienten que es un privilegio ser romano porque nacieron en la ciudad más bella del mundo. Ser romano y jugar en el Roma es lo máximo. Es una continuación de Bruno Conti, Totti, Aquilani... Para los demás, es una ciudad que, si no tienes el equilibrio justo, te arranca de tu trabajo. Te empuja a la calle. Tiene mucha vida nocturna. En Roma, cada esquina, cada balcón, tiene una emoción distinta.

P. ¿No le parece que el fútbol le dio más a usted que al revés?

R. Creo que tuve mucha suerte. Crecí en el Milan, en el que a los 23 años ya lo había ganado todo. Fui al Madrid y volví a ganarlo todo. Cuando las cosas no me fueron bien, me fui a Londres [al Chelsea] y, cuando me fue mal allí, a Mónaco... Nunca tuve ninguna lesión importante. Tengo 34 años y estoy bien. No quiero ser presumido. Todo lo que tengo me lo he ganado.

P. Le costó que le admitieran en la cantera del Génova.

R. Vivía a 30 kilómetros de la residencia y me decían que tenía que coger el tren. Les dije: "¡No! ¡Quiero ser jugador las 24 horas!". Al final, me cogieron. Empecé a trabajar en una gasolinera para ganar dinero. Me daban 50 euros a la semana, desde los 15 hasta los 18. Cuando me llamaron a entrenarme con el primer equipo, paré porque empecé el servicio militar. En el hotel vivíamos 20 chavales. Sólo llegué yo. Un día fui a Palermo con el Milan y me encontré a mi compañero de habitación en un semáforo. Estaba vendiendo flores. Le regalé 500 euros. No siempre los mejores llegan.

P. Un futbolista italiano jamás dirá que disfrutó del fútbol.

R. Los equipos en Italia, ahora, juegan más al fútbol. Nosotros nos parecemos a uno español. Eso de tirar balones largos está cambiando... Pero este balón largo dio tres Copas del Mundo a Italia. Aunque la cuarta la ganó de otra manera. En España se disfruta. Pero aquí disfrutamos de otra cosa: de los pelotazos, la polémica... En Italia, si no hay polémica, no estamos contentos. La llevamos en la sangre. Si miras un programa, ves 50 minutos de polémica y 10 de goles.

P. En Italia se dice que los partidos son agonísticos.

R. Eso viene de los griegos. Es la idea del juego como una metáfora de la vida, que es lucha. El agonismo nos hace disfrutar mucho. El problema es que en Italia se pita mucho y el fútbol se para continuamente. Así no se puede disfrutar. En España pitan menos. En Madrid, el balón giraba muy rápido, la gente se incorporaba, se metía uno, dos. Es muy difícil alcanzar ese juego en Italia.

P. ¿No le indigna que Totti reciba tantas faltas?

R. Le pegan mucho. ¡Pero es el mejor! Es normal que reciba más que los otros.

P. ¿Qué tiene de particular el juego del Roma?

R. Se juega mucho el balón. Tenemos movimientos difíciles de entender para el equipo contrario. Spalletti tiene cuatro o cinco ideas del fútbol que no encontré en ningún otro entrenador. La mentalidad del Roma ha cambiado mucho gracias a esto. Y nosotros nos divertimos.

P. ¿Qué movimientos?

R. Llevo tres años practicándolos y necesitaría tres años para explicarlos. Son maniobras sin balón para dar opciones de pase al jugador que lo lleva. Hay que entrenarlos siempre porque los cambiamos dependiendo del rival. Suena raro, pero de vez en cuando nos salen al milímetro. Tú sabes adónde tienes que pasar el balón y tus compañeros saben adónde les va a llegar. ¡Es increíble!

P. Eso no sería posible sin un centro del campo formado por De Rossi, Mancini, Giuly, Perrotta, Taddei, Aquilani...

R. El problema es que el día que no nos salen las cosas bien no podemos tirar de balón largo y tenemos problemas. No podemos cambiar. Estamos tan mentalizados que, si nos das un punta alto y fuerte, no podemos utilizarlo. No podemos prescindir de Totti. Podemos sumar cinco jugadores con mucha calidad en el medio y los cuatro de atrás no tenemos que incorporarnos porque resuelven solos.

P. ¿Usted sube poco?

R. Cada año subo menos. Por la edad, no por otra cosa. El campo se me hace cada vez más largo. Digo: "¡Coño! ¡Este año el campo es más largo! No llego nunca a la línea".

P. ¿No es un desperdicio que un 10 como Totti se pierda en la punta del ataque?

R. Le ha dado mucha satisfacción jugar allí. Ganó la Bota de Oro, hizo 30 goles. ¿Qué mejor jugador que él? Si tienes un camarero que te hace 400 cubiertos al día, ¿para qué vas a cambiarlo si te hace ganar dinero?

P. ¿Cómo ve al Madrid?

R. Tal vez sea más italiano que el Roma. Es un equipo muy equilibrado, aunque concede ocasiones.

P. ¿Disfrutará usted?

R. Prefiero disfrutar de las comidas, los viajes. Pero, cuando mueves la pelota, cuando juegas... Yo, aquí, en Roma, por primera vez en mi vida, he llegado a casa y he dicho: "¡Hoy me lo he pasado bien!". Disfrutar es no tener miedo de salir al campo.

P. ¿A qué conclusión llega tras 20 años como profesional?

R. Del fútbol sólo puedo hablar bien. La gente me respeta y me conoce. Mi padre era cartero y le he comprado una casa. Hasta cuando he perdido ha sido fantástico. Ha sido la educación de mi vida. Te educa para respetar tu cuerpo, la gente, el otro equipo... Todo. ¿Le parece raro?

P. Le veo igual que siempre.

R. ¿De verdad? Yo me siento como un mueble antiguo. Antes y después de cada partido necesito ir al taller a que me reparen.

Panuccci, en un partido de la Liga de Campeones esta temporada.
Panuccci, en un partido de la Liga de Campeones esta temporada.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_