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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Capello debuta en paz

Un gol de Gerrard da la victoria a una Inglaterra sin brillo en Wembley

Diego Torres

Fabio Capello y sus ayudantes, Galbiati, Neri y Tancredi, se reunieron en el Mesón Txistu, en Madrid, el lunes 18 de junio del año pasado. Bebieron cerveza y se despidieron entre raciones de chopitos, jamón y gambas. Pensaron que nunca más volverían a dirigir a un equipo profesional de fútbol. "Mi sueño es irme a mi pueblo a comer pescadito", decía entonces el viejo Galbiati. Ayer, el propio Galbiati se puso firme junto a sus antiguos colegas para cantar el Dios Salve a la Reina en el banquillo de Wembley.

A pesar de ser sólo un amistoso contra Suiza (2-1), el estreno de Fabio Capello con Inglaterra tuvo algunos ingredientes dramáticos. Wembley copó sus 90.000 asientos. La hinchada acudió ansiosa por sentirse entusiasmada de nuevo. Venía de atravesar años de frustración y de no clasificarse para la próxima Eurocopa. El equipo que hereda Capello es algo parecido a un caladero expoliado. El ciclo de Eriksson, que asumió el cargo en el año 2000, coincidió con el apogeo de una generación notable. Gerrard, que ayer fue capitán, parece el último superviviente de aquella etapa. El seleccionador le impuso el brazalete en un gesto que seguramente perdure. Los problemas disciplinarios de Terry, el central del Chelsea, su afición al juego y sus costumbres disolutas, lo alejan de los ideales del entrenador italiano.

El medio parece el único superviviente de una generación notable
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Gerrard no defraudó a Capello en una noche en la que todo el país exigía una victoria. Y la consiguió. Suiza acababa de empatar el partido, en la segunda parte, cuando Gerrard hizo un desmarque rompedor, se llevó la pelota con la punta de la bota y abrió una brecha en la defensa antes de asistir a Wright-Phillips con un toque sutil. El delantero del Chelsea sólo tuvo que empujar la pelota a la red. El estadio, el banquillo, Gary Lineker en su puesto de comentarista televisivo, resoplaron aliviados.

El segundo gol de Inglaterra culminó un encuentro agitado. Hasta entonces, el equipo de Capello no logró controlar el partido. Por momentos, los jugadores parecieron ahogados por la presión. No es un grupo experimentado. Esto es una novedad en la carrera de Capello, que siempre se ha hecho cargo de equipos veteranos. Ahora deberá cumplir una labor didáctica con hombres como Jenas, Bentley y Barry. El caso de Jenas es un ejemplo. El medio centro del Tottenham pertenece a la clase de futbolistas que pueden llevar a la ruina a un técnico incapaz de ordenarle las ideas. Ayer se convirtió en un obstáculo para la circulación del balón de Inglaterra. Seguro de su potencia física, de su despliegue y su llegada, el jugador se movió siempre en la dirección equivocada sobre el campo.

Jenas es un alborotador, para lo bueno y para lo malo. Tiene una faceta estimulante que ayer desbloqueó a su equipo cuando por instantes parecía paralizado. En uno de sus caóticos traslados del balón, se metió en el área de Suiza y generó la mejor ocasión del partido. El gol vino dos minutos después. Por la izquierda. Por la banda del rápido Joe Cole, que se fue de su marcador con dos quiebros y centró el balón poniéndolo en una bandeja notable para el remate. Apareció el hombre en ebullición: Jenas.

El gol revolvió el grandioso estadio de Wembley hasta el empate de Derdiyok, ya avanzada la segunda parte. Pero la angustia de la hinchada duró poco tiempo. Gerrard se la sacudió en una acción cargada de elegancia y Fabio Capello pudo debutar en paz.

Fabio Capello observa desde la banda el avance de Gerrard con el balón.
Fabio Capello observa desde la banda el avance de Gerrard con el balón.AFP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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