Los padres de un menor acusado de un crimen en Valladolid huyen con él
El joven, que se entregó ayer, apuñaló a un joven francés en una discoteca
Un instante de "tranquilidad". Eso ha supuesto para los padres de Guillaume Mathieu, el francés de 18 años asesinado en la noche del viernes en Valladolid, saber que su presunto asesino, un menor de edad, está detenido. No les consolará saber que el supuesto asesino se quedó a ver cómo Guillaume se desangraba y que fue ayudado a escapar por sus padres, que le acompañaron en la fuga.
Guillaume recibió tres puñaladas que le afectaron la columna vertebral
Guillaume apenas hacía cinco horas que había aterrizado en Valladolid, adonde había llegado para el cumpleaños de una amiga. El drama se desencadenó a medianoche del viernes, cuando Guillaume Mathieu, y nueve colegas franceses y otros cuantos españoles entraron a la discoteca Mambo. Un incidente en la pista de baile entre este grupo y otros chavales terminó en una corta pelea a puñetazos.
Los franceses y sus amigos españoles salieron por separado; cuando Guillaume salió a la calle, su presunto asesino, Julio. O. A., de 17 años, le siguió y cerca de la puerta le asestó en el abdomen tres cuchilladas con un arma de considerables dimensiones, que "lo destrozó por dentro hasta el punto de afectarle la columna vertebral", según relata la abogada de los padres del francés, Socorro Barrero. Guillaume huyó de su agresor y buscó refugio en la discoteca, en cuya puerta fue auxiliado por los guardas de seguridad.
Algunos de los amigos comprobaron con horror que el posible asesino seguía mirando cómo se desangraba su víctima, sin saber que su imagen era captada por las cámaras de seguridad de una librería cercana. La frase: "Ha sido ése, el del jersey de rayas" le obligó a escapar.
La escapada ha durado tres días. Durante ese tiempo, Julio y sus progenitores han estado fuera de su casa. A la una de la tarde de ayer, el menor, junto a algunos familiares y un abogado, se personó en la Fiscalía de Menores para negar los hechos. El juez ordenó su ingreso en un centro de reclusión, por un mínimo de seis meses, prorrogables por otros seis.
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