El Racing toca el cielo
El equipo cántabro llega por primera vez a semifinales tras arruinar el Athletic su crédito
El Racing hizo historia al clasificarse por primera vez para las semifinales de la Copa. El Athletic, no, aunque en realidad ambos vivieron del presente. Es decir, hoy por hoy el Racing es mucho más fiable que el Athletic aunque el encefalograma del encuentro sufrió todas las alteraciones para que la Copa sea lo que es: un torneo apasionante. Por más ciencia que se le quiera echar, los pulsos de los partidos son autónomos. El partido que empezó caliente en la grada, casi casi como si de una final se tratara, se enfrió en cinco minutos. Hay veces que el equipo calienta a la grada y otras ocurre al revés. Ayer, al público el Athletic le duró cinco minutos, los que ambos equipos necesitaron para escribir un manual de cómo no se golpea el balón, de cómo en tan poco tiempo se pueden suceder tantos errores. Sería la tensión.
ATHLETIC 3 - RACING 3
Athletic: Aranzubia; Expósito (Garmendia, m. 74), Aitor Ocio, Amorebieta, Koikili; Susaeta, Muñoz, Yeste, Gabilondo (David López, m. 74); Aitor Ramos (Aduriz, m. 61) y Llorente. No utilizados: Raúl y Ustaritz,
Racing: Coltorti; Pinillos, Oriol, César Navas, Luis Fernández (Ayoze, m. 45); Jorge López (Pablo Álvarez, m. 37) Duscher, Colsa, Serrano; Bolado (Smolarek, m. 60) y Tchité. No utilizados: Díez y Moratón.
Goles: 1-0. M. 18. Amorebieta, de cabeza. 2-0. M. 26. Muñoz, de penalti (que tuvo que repetir). 2-1. M. 53. Duscher. 3-1. M. 55. Susaeta. 3-2. M. 72. Tchité. 3-3. M. 92. Serrano, en jugada personal.
Árbitro: Rubinos Pérez. Amonestó a Duscher, Iván Bolado, Aitor Ocio, Oriol y Koikili
Unos 40.000 espectadores en San Mamés.
Los rojiblancos malgastaron un 2-0 antes de la media hora que les hizo soñar
Y sin embargo, con tan poco bagaje, el Athletic se plantó en el minuto 26 con la eliminatoria igualada, con el Racing aturdido y el público resucitado. ¿Por qué? Por los pulsos, imprevisibles, y porque a balón parado no hay juego sino estrategias. Es la suerte máxima de lo inesperado. A balón parado se puede arreglar lo que se es incapaz de conseguir con el balón rodando, o mejor dicho, volando.
Y ocurrió porque un centro de Yeste equivale a tres cuartas partes de un gol. Desde un pico del área, metió el balón al balcón de las dudas. Allí donde el portero no sabe qué hacer y donde se amontonan los futbolistas. Centros que lo mismo son gol que autogol. Y emergió la figura de Amorebieta para cabecear con fuerza y estilo. Un remate de los de toda la vida.
Y ocurrió porque por fin a Llorente le salió la jugada que andaba buscando desde mayo de 2006, cuando se la hizo al Zaragoza para ceder el gol a Yeste. Ayer la encontró, esta vez por el centro, y Oriol le hizo penalti, que transformó Muñoz por dos veces.
La situación del Athletic mejoraba su mejor sueño. En menos de media hora, había igualado la eliminatoria y noqueado a un rival sumido en una pesadilla inesperada. El Racing era una sombra de sí mismo. Muy dócil en el centro del campo y muy nervioso arriba, con un voluble Iván Bolado, tan individualista como ineficaz.
Cualquier equipo medianamente razonable hubiera sacado ventaja: tranquilidad en el marcador, superioridad anímica en el campo y un aliento en la grada, que más parecía un vendaval. Incluso Llorente, habitualmente lánguido, sacó su mejor versión anímica y técnica. El Racing era Óscar Serrano y poco más. Pero ese nombre le iba a amargar la noche al Athletic.
Con todo a favor, el Athletic se arruinó en ocho minutos, tras el descanso. Es lo suyo, su fragilidad habitual que le permite transitar del sueño a la pesadilla. Serrano, que le había amargado la vida a Expósito, asistió a Duscher para que batiera a Aranzubia. Antes de eso hasta tres jugadores del Racing tocaron el balón en el área. No es que estuvieran solos, es que los defensores rojiblancos estaban todos descolocados. Ahí creció el Racing, que tras el descanso se peinó, se ajustó la zamarra y fue lo que venía siendo. Es decir: Colsa fue Colsa y Duscher fue Duscher. Serrano ya venía siendo Serrano. Y poco a poco se fue merendando a un Athletic que no sabía que hacer con el resultado.
La tendencia a las dudas en el Athletic es más que hamletiana. Y dudando y dudando se encontró con el gol de Duscher, que le bajaba otra vez a los pies de la montaña. Pero seguía funcionando la extraña teoría de los pulsos, que resucitó a los rojiblancos dos minutos después. Esta vez por la vía de la individualidad. Otra vez Llorente, activo, incisivo, que disparó exigiendo un rechace de Colcorti y luego Susaeta, tras un mal control, la echó a la red.
Pero el Racing ya era mucho Racing y Tchité marcó el segundo en otro desbarajuste colosal de la defensa rojiblanca. Y Serrano el tercero. Y si dura más, más. La cabeza pudo con el corazón.
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