San Mamés arruga al Barça
El Athletic, por medio de Llorente, iguala el gol de Bojan con su equipo más inexperto
Que el Barça no está bien lo demostró el Athletic con un ejercicio de fe, gimnasia y corazón. Con eso le bastó para desnudar el engranaje barcelonista, muy alejado de aquel acordeón que incitaba al ballet y que ahora parece un hip hop entrecortado. Le bastó al Athletic con acosar (también golpear, es cierto) al centro del campo blaugrana (con especial predilección por Iniesta) para hacerle tartamudear y condenarle a las acciones individuales de Messi como único argumento. Tan gravoso fue el asunto que el Athletic logró la igualada con un debutante, Aitor Ramos, un jugador guadiana como Garmendia y el discutidísimo Llorente. Una apuesta que más parecía un brindis al sol, un ejercicio de coraje por parte de Caparrós para dar algún aliciente a la grada, que una estrategia determinada. Pero funcionó y a punto estuvo de costarle al Barça, físicamente bajo y demasiado asustado, el partido en el tramo final.
ATHLETIC 1 - BARCELONA 1
Athletic: Aranzubia; Iraola, Aitor Ocio, Ustaritz, Koikili; Orbaiz, Javi Martínez (Llorente, m. 69); Susaeta (Garmendia, m. 46), Yeste, David López; y Aduriz (Aitor Ramos, m. 46). No utilizados: Raúl; Luis Prieto, Del Horno y Gabilondo.
Barcelona: Valdés; Zambrotta, Thuram, Puyol, Sylvinho; Xavi (Edmilson, m. 62), Iniesta, Deco; Messi, Bojan y Henry. No utilizados: Pinto; Milito, Abidal, Oleguer y Giovani.
Goles: 0-1. M. 34. Balón a Messi que rechaza Aranzubia, Deco cede a Bojan y éste marca con la zurda. 1-1. M. 78. Llorente forcejea con Thuram, que, al intentar despejar, marca en su portería.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Javi Martínez, Susaeta y Orbaiz.
Unos 38.000 espectadores en San Mamés.
El Athletic juntó las líneas y asfixió a los centrocampistas del Barça
Los azulgrana, incapaces de manejar el resultado y mover a un rival previsible
Del Athletic ya se sabía su discurso. Del Barça, San Mamés esperaba más; mejor dicho, temía más. Pero el Athletic junto líneas y asfixió a los tres centrocampistas del Barça, presionados por todos los lados. Poco le importaba entonces al Athletic la construcción del juego, empeñado en destruir lo que creía que se le venía encima. Sin fuente, no hay agua. Y ahí comenzó el declive de Henry, que pasó por San Mamés como un debutante alucinado, y el de Bojan, que sí, que marcó un gol, pero apenas propuso un bullicio en el área primero y en la banda después.
El gol premiaba como mucho el dominio del Barça. La entrada de Messi a Aranzubia pareció juego peligroso, pero el balón acabó en los pies de Bojan, que lo introdujo con suavidad y precisión en la portería. Fue casi su única aparición antes de ser sustituido.
El Athletic había demostrado un minuto antes que su capacidad goleadora es casi nula. Aduriz remató mal un centro de David López y remató peor el rechace que le dejó solo ante Valdés. El precio del error fue el gol subsiguiente de Bojan. Más aún, el Barça salió decidido a matar el encuentro y en un minuto fabricó dos manifiestas ocasiones de gol que malgastaron el tibio Henry y el desatento Deco. Caparrós había hecho un guiño a la grada con la chavalería en el campo y otro al banquillo, adonde había llevado al impreciso Aduriz y de donde no había rescatado al discutido Llorente. Doble mensaje, aunque a algunos les pudiera parecer que Caparrós prefería foguear a su muchachada más que encarar al Barça con inferioridad en el marcador. Más aún cuando Yeste, el presunto catalizador del equipo, juega al 25% de sus posibilidades: fuera de lugar, fuera de ritmo, fuera de ambiente y al trote. Nada hizo bien el centrocampista, que, sin embargo, se mantuvo en el campo hasta el final.
Con la misma receta que al principio, el Athletic fue acoquinando al Barça, siempre confiado a un individual Messi y a su poderío físico en el terreno de juego. Casi sin saberlo, el Athletic, a base de faltas y coraje, fue llevando el partido al área de Valdés: a balonazos, a ser posible, requerido por un público tan nervioso que volvió a los viejos tiempos de silbar el juego al pie del Barça y los pases atrás del Athletic.
En pleno arreón, llegó el empate en un balón que recibió Garmendia y lo mandó al área chica, donde Llorente (no es precisamente el más rápido de la clase) se anticipó a Thuram (tampoco lo es a estas alturas) y el francés, al querer despejar, marcó en su portería.
El gol revitalizó a un Athletic poco acostumbrado a remontar partidos y muy dado a tumbarse en el campo a la primera contrariedad. Ayer fue la excepción. Tanto como la del Barça, incapaz de manejar el resultado y mover a un equipo tan previsible como el rojiblanco. Frágil en la defensa y muerto en el centro del campo, el Barça acabó casi firmando un empate que al Athletic le sabía a gloria. A base de achuchones, parecía más próximo el gol rojiblanco que el blaugrana, aunque Messi lo intentara en varios ejercicios de malabarismo que no encontraron rematador. Nadie pensaba en Bilbao que el Athletic resistiría al Barça, pero nadie pensaba en San Mamés que el Barça pudiera arrugarse con tanta facilidad.
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