"Me gusta atajar hacia el gol"
El capitán del Atlético, Maxi Rodríguez (Rosario, Argentina; 26 años), rechazó las ofertas del Manchester y del Inter cuando el equipo rojiblanco no terminaba de volver a sus orígenes. "Me quedé porque creo en el proyecto. Hay que volver a los tiempos en que este club hacía historia. Mi intención es quedarme acá hasta los 30-31 años y retirarme luego en Newell's", cuenta. "Pero antes toca ganar al Madrid este domingo".
Pregunta. El Madrid es el equipo de las contradicciones. Es el grupo que más goles anota, Casillas es el portero más exigido, son los segundos en balones recuperador y los primeros en pérdidas... ¿Le sorprende el colchón de siete puntos del líder?
Respuesta. Son estadísticas un poco locas. Salvando al Madrid, los demás estamos bastante igualados. Está un poquito por encima de todos porque llega, marca y sabe ganar los partidos.
"Mi polivalencia me hace más fácil mantenerme dentro del sistema"
"A ver si el Madrid se mantiene ahí arriba. Viene un calendario muy apretado"
"Debemos aprender a contenernos. A veces, tanta euforia es peligrosa"
"Hay equipo para estar en la 'Champions' y apuntarle a una de las Copas"
P. Ante el Mallorca no fue así.
R. Me da igual si salen enrabietados. Que se preocupen ellos: nosotros seremos los que saldremos cabreados. A ver si se mantienen ahí arriba; viene un calendario bastante apretado que hará la competencia un poquito más dura.
P. Ustedes han terminado la primera vuelta terceros. Parece que ya han desterrado la idea de que el Atlético estaba gafado. De que siempre le pasaba algo.
R. No comparto esa leyenda del pupas, de la mala suerte. Eso pasa sólo en la cabeza. Es cuestión de un poquito de confianza. Hay equipo para estar en Champions y apuntarle a una de las dos Copas. No hay que tener miedo. Un año atrás había mucho sufrimiento, pero hay que saber tomar con tranquilidad las cosas buenas como las malas.
P. Es el comodín por excelencia. Sólo falta que Aguirre le coloque en la portería.
R. La verdad es que siempre, desde chiquito, me gustó atajar. No sé por qué, pero en el barrio, en la selección o aquí mismo me gusta ir al arco. Espero cumplirlo en algún partido. ¡Pero que vayamos ganando 2 o 3-0!
P. ¿Y qué le dirá Abbiati?
R. ¡No, pero cuando sea un cambio obligado! No se le puede decir nada a Abbiati. Es bastante grandote. Ahora en serio, eso es lo bueno que tengo. Estoy capacitado para distintas funciones. Para un entrenador, eso es bueno. Puede hacer rotaciones sin que baje el nivel.
P. ¿Hay profesionales insustituibles?
R. Como todo en la vida, hay personas que ya saben su trabajo y que nadie va a hacer como ellas saben. El míster me puede poner un poquito más adelante, o como doble pivote... Esa polivalencia te hace más fácil mantenerte dentro del sistema.
P. ¿Esas cualidades hasta que punto son innatas o se trabajan?
R. Me considero un centrocampista ofensivo, pero empecé jugando de delantero. Después me dijeron que por la estatura (1,73 metros) no podía hacerlo y me fueron pasando hacia atrás. Y me quedé en el medio. No sé si querían un Peter Crouch, pero no me fue mal jugando de volante. O de mediapunta.
P. Lleva cinco goles en Liga. Cuando Forlán estuve mes y pico lesionado, usted fue la pareja de Agüero.
R. Me satisface ser solidario con mis compañeros y, de paso, marcar. Me gusta atajar hacia el gol, ir directo. Aunque Diego y el Kun son los que hacen la mayoría, hay más gente. Para todo. Por ejemplo, Raúl García. Es el que más trabaja en la cancha.
P. El Kun también es fundamental... ¿Ha madurado tanto?
R. A mí también me costó un año adaptarme, le pasa a la mayoría de los que vienen de fuera. El Kun llegó y se encontró con una institución grande. Con un vestuario con muchas figuras. Todo era nuevo para él. Está empezando a demostrar lo que es como jugador. Pero hay que llevarlo poquito a poco. No hay que meterle presión.
P. Hace dos meses los partidos del Atlético eran una ruleta. Ahora se han calmado. ¿Confiaban demasiado en su pegada?
R. Es que a veces pasa, cuando ya vas ganando, como al Villarreal 2-0 [terminó 3-4], que no nos contenemos. ¡Les decía un poco a los laterales que no subieran! Debemos aprender a contener la euforia, que te lleva a situaciones peligrosas. No siempre vas a marcar cuatro goles.
P. Les pasó en el Bernabéu. Se adelantaron al primer minuto y les dio igual. Atacaron muchísimo y lo pagaron.
R. De todo vas aprendiendo. Era el primer partido, era el Real Madrid. Uno siempre quiere ganar todos los partidos, y más un clásico. Ahora manejamos más los partidos. Responsabilizar a la defensa de los fallos... Somos de los menos goleados. Me parece injusto criticar a los de atrás. Si hacemos cuatro goles es porque sacan la pelota bien jugada, y si no nos marcan es porque los delanteros presionan muy bien. Es un equilibrio.
P. ¿Resulta tan complicado administrar sus rentas?
R. En algunos partidos te puedes regular, pero son muy pocos. Tienes que ir ganando 4-0, cosa así, y tampoco te relajas. Los encuentros de ahora son muy intensos; en otra época sabías que a los equipos más débiles se les podía ganar fácil. Ahora no. El equipo chico siempre está motivado porque juega contra el Atlético. No puedes descansar. ¡El Cholo no paraba!
P. Su ídolo es Simeone. ¿Por qué no Batistuta?
R. Puede ser un poquito por las características y la forma de jugar que tenemos ambos jugaba mucho en Argentina de volante por la derecha. Me gustaba por el temperamento. No se destacaba mucho porque había otros jugadores en la seleción como Batistuta precisamente, que hacían dos goles por partido y ya le tapaban de los focos. Pero sin mucha prensa, el Cholo hacía mucho. Hay que valorar eso. En el Atlético dejó una huella muy grande. Me emocioné cuando me llamó nada más lesionarme el año pasado del ligamento cruzado de la rodilla.
P. Ahora es capitán del Atlético, como él. Reclamó los galones tras la marcha de Torres, el icono del club. Se la concedieron.
R. Fernando era la cara visible de este equipo, pero todos los años te tienes que poner metas y objetivos. De pequeño siempre tenía la ilusión de jugar en Primera con Newell's Old Boys. Era un fanático, con jugar un solo partido me bastaba. Pero una vez que estás ahí, quieres jugar con la selección. Y luego en Europa.
P. Y eso que al año y medio de su llegada a España, al Espanyol, se planteó su regreso a casa.
R. Gabriela, mi novia, es un equilibrio en mi vida. Siempre había estado con mi mamá, Claudia, y mis abuelos, Beatriz y José. De golpe, estar sin ellos se me hizo muy duro. Si no hubiera sido por mi chica, estaría en Argentina o no sé dónde.
P. Precisamente, dedicó a su abuelo el gol a México en el Mundial de Alemania. Lo eligieron el mejor del torneo.
R. Cuando éramos chicos, en el patio de casa, jugaba con mi primo y mi abuelo siempre nos decía: 'los dos derechos, ¡péguenle con la zurda!'. De tanto que insistió, empezamos a darle al balón como decía. Cuando la pelota estaba entrando contra México, me acordé de él. De lo que me decía. Y eso es muy raro, con toda la euforia, con todo lo que es un Mundial...
P. La figura de su madre también es trascendental en su vida.
R. Se levantaba muy temprano y venía muy tarde. Era la que sostenía la casa. Trabajaba en una casa donde hacían trajes, los planchaba... Después fue enfermera. Nadie te regala nada. En ese momento no tenía dinero para pagarme un colectivo o un microbus, el billete era el equivalente a unos 50 céntimos de euro. Así que me paraba en una esquina y me ponía a hacer dedo. Y si no, la típica, nos subíamos cinco o seis a la vez al colectivo. Nos colábamos.
P. Ahora que está en lo más alto, ¿se acuerda de su primer sueldo?
R. ¡Pues claro! Fueron 400 pesos, unos 100 euros. Se lo di a mi madre. Yo seguí de prestado, pidiendo botines para los entrenamientos. Seguí con esa rutina.
P. ¿Su infancia fue tan dura como la del Kun?
R. Vivíamos el día a día y éramos felices con lo que teníamos. Ahora nos quejamos de cosas muy tontas. ¡Éramos felices de la misma manera, con menos! Con estar en casa, todos reunidos, nos bastaba. La humildad es esencial, sobre todo en el ambiente que nos manejamos los futbolistas. La gente te idealiza, se piensa que, por jugar en tal lado... Te ven como de otro planeta. Somos más sensibles de lo que parecemos.
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