Sean Penn y Robin Wright se separan tras dos décadas juntos
Ambos actores formaban una de las parejas más sólidas de Hollywood
Sean Penn, de 47 años, y Robin Wright Penn, de 41, una de las parejas más sólidas del inestable mundo emocional de Hollywood, acaban de anunciar su divorcio después de casi dos décadas juntos. Como suele ocurrir entre actores, el amor surgió en el set de rodaje de una película, Estado de Gracia, donde ambos vivían un torrencial y peligroso romance entre mafiosos irlandeses.
Feroces en defender su vida privada, educaban a sus hijos lejos de 'las estrellas'
Corría el año 1990 y Penn acababa de divorciarse de Madonna con quien se casó en 1985. En 1991 concibieron a su primera hija, Dylan Frances y en 1993 a su hijo Hopper Jack pero no fue hasta 1996, y tras una separación temporal, cuando decidieron casarse. Era el primer matrimonio para la actriz. La boda reunió en Santa Mónica a unos 80 invitados, entre ellos Marlon Brando, Jack Nicholson, Robert de Niro, Warren Beatty, Tim Robbins y Susan Sarandon.
Feroces en lo que se refiere a la defensa de su vida privada, renunciaron a vivir en Hollywood (lo hacían en San Francisco) para educar a sus hijos fuera del ambiente de las estrellas, aunque las muchas declaraciones políticamente incorrectas que ha hecho Penn le han convertido en una presencia constante en las revistas del corazón.
Frases como "Clint Eastwood es una de las pocas leyendas que no es una decepción" o "Hollywood está más corrupto creativamente que económicamente" son demasiado sinceras para el establishment, pero así se ha expresado siempre Sean Penn. No obstante, en los últimos años ha sido más su vertiente política la que le ha hecho célebre. Atacó brutalmente a la Administración Bush por el desastre de Nueva Orleans, donde ayudó a rescatar víctimas. Y antes de que estallara la guerra de Irak pagó 40.000 euros por un anuncio a toda página en el diario The Washington Post en el que le pedía al presidente que renunciara a invadir ese país.
Pero al margen de las palabras, Sean Penn se ha ganado un puesto en la historia del cine por su magnífico trabajo como actor, que le hizo merecer un Oscar en 2003 por Mystic River y otras candidaturas por I am Sam, Sweet and Lowdown y Dead Man Walking.
Este año, en cambio, ha sido su trabajo como director el que le está dando las mayores alegrías. Su cuarta película detrás de la cámara, Into the wild, figura como candidata en todas las listas de premios, desde los Globos de oro, por la mejor banda sonora, a mejor película según el Círculo de Críticos de Chicago.
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