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Columna
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Aberración esférica

Una nueva misión al telescopio espacial Hubble nos recuerda que el problema que sufrió el enorme catalejo desde su puesta en órbita es una "aberración esférica" en su lente. Las cosas en el espacio tienden a ser redondas, elípticas o esféricas: las órbitas de los planetas, los propios planetas, las estrellas... Aunque no podamos verlos, a nadie se le ocurre pensar en un agujero negro cuadrado. Los humanos aún no hemos contactado con otros seres que no sean los terrestres. A la espera de dar con alienígenas cuadrados, nosotros somos redondos: nos dan por todos los lados. Y ya lo decía Frank Zappa en los años sesenta: las cosas redondas son... aburridas.

Caminar en círculos es peligroso para el que se pierde en el desierto o en la nieve; a un asunto cualquiera se le da vueltas porque no sabemos salir del atolladero; a la perdiz se la marea dando vueltas a su alrededor. Lo de la vuelta al ruedo, por muy triunfal que parezca, es un premio bastante cutre para un oficio cutre y maloliente. Incluso las cosas redondas son muy malas de almacenar: hasta los discos hay que guardarlos en fundas o cajas cuadradas. Para los humanos es mejor tener aristas que ser romos, porque esto último quiere decir que ni pinchamos ni cortamos. Dejando las curvas de Marylin Monroe a un lado, lo redondo nos resulta siempre frustrante y poco útil.

Desde Galicia podemos exportar pensamiento espiral envasado al vacío, con todos los controles

Los gallegos ya solucionamos el problema con esferas y círculos desde la prehistoria: en los petroglifos nos dejaron nuestros antepasados un mensaje en forma de espirales. La espiral es como un círculo que no se cierra nunca. Si nos ponemos en el caso de Aquiles y la tortuga, una espiral es infinita porque siempre podemos ir reduciendo el radio. Es también nuestra manera de pensar: no conseguimos ser tan cuadrados como los alemanes pero tampoco somos tan simples como un balón de fútbol.

Esto lo descubrieron los escultores celtas y lo grabaron en piedra para que estuviéramos sobre aviso. Somos redondos como el resto de los mortales pero con una complicación añadida. Si construimos una representación física de tal manera de pensar (retorciendo un alambre, por ejemplo), nos daremos cuenta del problema que tenemos a la hora de comunicarnos. Una espiral sola está muy contenta dando vueltas sin volver a empezar, pero, si intentamos engarzarla con otra para ponerla en contacto es más difícil separarlas que los típicos aros de mago que se juntan y separan por arte de birlibirloque.

Esto sería así, si sólo hubiera dos gallegos en el universo; como no es el caso y somos varios millones, el problema de la comunicación se dispara. Dos, tres, hasta cuatro espirales se pueden separar con un poco de paciencia, pero una maraña de tres millones de espirales es imposible desentrañarla. De ahí que, desde fuera, no nos entiendan muy bien. Nosotros, eso sí, tan enredados como estamos con nuestro pensamiento en espiral, nos entendemos y sobreentendemos con naturalidad.

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Una solución a medias, pero solución al fin y al cabo, del problema de comunicación y entendimiento entre las personas humanas del mundo. Nos libramos de la aberración esférica general pero sólo de puertas adentro; en fin, algo es algo...

Ahora que se acaba 2007, nos adentramos en un año especialmente peligroso con dos ceros y un ocho, que está formado por dos redondelitos uno encima de otro: si no es por el dos estaríamos perdidos en un tiempo de círculos viciosos. Como si no fuéramos ya lo suficientemente viciosos nosotros solitos. Y además, un ocho tumbado es el símbolo del infinito. Aquel fantasmal efecto 2000 (¡tres ceros!) que nos iba a joder vivos en el cambio de milenio, no va a ser nada comparado con el año que ya está acechando en el calendario.

Existe el evidente peligro de que la humanidad se estanque como en una cinta de Moebius, que es plana pero tiene una sola cara. Desde Galicia podemos aprovechar la situación, echándole también cara al asunto, y exportar pensamiento espiral envasado al vacío, liofilizado, pasteurizado y con todos los controles sanitarios en regla. Se podría llamar "Vuelta de Tuerca" y saldrá un poco más caro que el pensamiento único, pero es que lo bueno hay que pagarlo.

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