El Atlético no aguanta tantos golpes
El equipo rojiblanco acaba con nueve ante un Espanyol de alto nivel
Un gran Espanyol borró la sonrisa al Atlético y, por el mismo precio, le desalojó de la tercera plaza. El Atlético jugó malherido durante demasiados minutos; desde que, a la media hora, el árbitro, que adquirió un protagonismo desmedido, expulsara a Agüero. El Espanyol demostró que le sobran argumentos para estar donde está, en el paraíso. Y todos tienen que ver con el buen fútbol. Seguro que se abrirá un debate sobre el papel del árbitro en el partido. Se discutirá la expulsión del Kun, la mano en el área no sancionada de Raúl García, el gol anulado a Coro... Son jugadas que admiten muchos juicios, no así la expulsión de Pernía, a quien le dio la santa gana de borrarse. Pero el partido fue mucho más que un puñado de polémicas. El partido fue un duelo de pizarra entre Aguirre y Valverde del que salió vencedor Valverde. Fue también un ejemplo del formidable sistema táctico que maneja el Espanyol. Fue, en fin, una demostración más de que este Atlético es capaz de no agachar la cabeza incluso en las situaciones más comprometidas.
ATLÉTICO 1 - ESPANYOL 2
Atlético: Abbiati; Perea, Pablo, Eller, Pernía; Maxi (Antonio López m. 58), Raúl García (Luis García m. 86), Cleber, Simão (Jurado, m. 71); Forlán y Agüero.
Espanyol: Kameni; Zabaleta, Jarque, Torrejón, David García (Clemente m. 74); Corominas, Moisés, Ángel (De la Peña, m. 50), Riera (Jonathan m. 80); Luis García y Tamudo.
Goles: 1-0. M. 38. Simão, de falta directa. 1-1. M. 52. Tamudo remata bajo los palos. 1-2. M. 84. Luis García aprovecha un centro de De la Peña.
Árbitro: Fernández Borbalán. Expulsó con roja directa a Agüero (m. 30) y por dos amarillas a Pernía (m. 55). Amonestó a Torrejón, Zabaleta y Antonio López.
Unos 45.000 espectadores en el Calderón.
La estricta expulsión de Agüero era mucho; la de Pernía, que fue justa, demasiado
En el inmenso catálogo de goles de Tamudo faltaba uno: el gol de barriga
Que el Espanyol agarró el partido por la solapa lo certifica que acumulara ocasiones a velocidad de crucero. Lanzó fuera por poco Luis García una falta, cabeceó alto Tamudo en su primera aparición y, a los 20 minutos, Abbiati se hizo presente. Se encontró Coro con el balón en el punto de penalti, sin ningún adversario a la vista más que el portero del Atlético. Lanzó aquél con todo y Abbiati, en un escorzo imposible, logró sacar el zapatazo con su rodilla derecha. Continuó la jugada, voló de nuevo el balón al área y Eller cabeceó hacia atrás en dirección al omnipresente Coro. Marcó éste, pero el árbitro sancionó su posición de fuera de juego. El Espanyol protestó en pleno, no sin razón, pues lo que hizo Eller era una cesión hacia atrás, lo que anularía la posición ilegal.
El Atlético, por entonces, apenas se dejaba ver en el ataque, atado como estaba Agüero. Tan atado que durante varios segundos avanzó con la pelota mientras Torrejón le sujetaba de la camiseta. Tardó en pitar el árbitro y Agüero, hasta el gorro de tan obsesiva vigilancia, golpeó a Torrejón. Pudo el árbitro (estaba delante) resolver el conflicto con un par de amarillas, pero optó por ejemplarizar. Expulsó a Agüero.
Hace apenas unos meses, quedarse huérfano de su estrella habría provocado el pánico en el Atlético. Ahora, no. A la primera que tuvo, golpeó a su rival. Lo hizo Simão con un fabuloso lanzamiento de falta a la escuadra de Kameni, convertido el portugués en especialista en el arte.
Pero para especialista, Tamudo. No existe en el fútbol un catálogo de goles como el que maneja Tamudo. Los tiene de todos los colores: históricos, inservibles, brillantes, vulgares, al primer toque, de jugada individual, con el pie, de cabeza... Ayer añadió a su colección una nueva modalidad: el gol de barriga. Sacó el córner Coro, Abbiati y Eller dejaron pasar el balón como si no fuera con ellos y Tamudo lo empujó con la tripa en el segundo palo.
Antes de que Tamudo homenajeara a Tamudo, Abbiati se había lucido en un duro disparo de David García. Porque el partido fue, casi siempre, del Espanyol. Y el casi es propiedad de Forlán, el único al que el equipo de Valverde no supo sujetar. El gol del Espanyol no le sentó bien al Atlético. En particular, a Pernía, que tenía una tarjeta por segar el césped a los pies de Coro y se empeñó en ver la segunda al agarrar a un rival. Demasiado para el Atlético. Aun así, Abbiati mantuvo el tipo al sacar no se sabe cómo el disparo de Tamudo. Había recibido éste de De la Peña, recién aparecido. Y ocurrió que, a cinco minutos del final, el calvo más inteligente del fútbol español intuyó el desmarque de Luis García mientras miraba, quizá, a un espectador ubicado en el lado contrario. Luis García no rechazó el regalo y firmó el epílogo de un intenso partido en el que un gran Espanyol derribó a un Atlético que no aguantó el chaparrón de golpes. Los que le dieron y los que se dio.
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