_
_
_
_
Reportaje:Fútbol internacional

"Quiero retos de primer nivel"

Roberto Carlos rejuvenece en el Fenerbahçe, vivo en la 'Champions'

El fútbol globalizado compone escenas singulares. La pasada semana, el triunfo de un equipo turco en Estambul se celebró por todo lo alto en un barrio residencial de Río de Janeiro. El Fenerbahçe ganó por 3-1 al CSKA de Moscú y se clasificó por primera vez en su historia para los octavos de final de la Liga de Campeones. El cosmopolita distrito de Kadiköy, en la parte asiática de la ciudad, estalló de júbilo con el triunfo de su equipo. Muy lejos de allí, en la metrópoli carioca, un joven llamado Thiago Coimbra también festejaba la hazaña: "En menos de un año, mi padre ha conquistado el título de Liga en Turquía y ahora consigue este éxito en la Champions. Estamos haciendo una fiesta descomunal". Thiago tiene 24 años, juega en el modesto Madureira y es el hijo menor de una leyenda viva: Arthur Antunes Coimbra, Zico.

"El presidente sabe de fútbol, con Zico es muy fácil trabajar, y la afición es fantástica"

Su figura alcanzó una proporción mitológica en el olimpo del fútbol brasileño. Ahora, el ídolo del Flamengo y vástago predilecto de Maracaná es el entrenador del Fenerbahçe, un equipo pulcro y atrevido, en el que se ha rodeado de brasileños. Jugadores seducidos por el atractivo mensaje de su técnico. La línea telefónica acerca desde Estambul el agudo y eufórico tono de voz de uno de los nuevos hijos adoptivos del Fenerbahçe: "Es muy fácil trabajar con alguien que como jugador ha sido un fenómeno y que como entrenador está creciendo muchísimo". Con esa admiración habla de Zico el ex madridista Roberto Carlos, que, a sus 34 años, se ha convertido en uno de los héroes de la apasionada hinchada local: "Éste es un sitio perfecto", dice; "nuestro presidente sabe mucho de fútbol y la afición es fantástica. Estamos viviendo un momento de locura colectiva. Yo apenas puedo salir a la calle porque enseguida se forma un tumulto de personas pidiéndome autógrafos y fotos y con gente llorando de emoción. Siempre me he adaptado bien a cualquier lugar, pero al resto del mundo llegan imágenes de Turquía en las que parece que éste es un país casi en guerra. Aquí te das cuenta de que es falso. Esto es el primer mundo y Estambul una ciudad preciosa y acogedora".

Roberto Carlos tiene buenos compañeros turcos, como el guardameta Demirel, el zurdo Boral o el goleador Semih. Pero hay seis brasileños en la plantilla. Dos de ellos ya son ciudadanos turcos de pleno derecho y se han cambiado su nombre original: el centrocampista zurdo Gokçek Vederson y el versátil volante Mehmet Aurelio, que ya ha debutado con la selección otomana. Junto a ellos están el contundente central Edu Dracena, el veloz delantero Deivid y el excelente media punta Alex, que esconde en su maravillosa pierna izquierda un cañón forrado de seda. Tiene 30 años y desde hace tres años es el ídolo del Fenerbahçe, club de tradición cosmopolita por el que pasaron jugadores como Ariel Ortega, Anelka, Revivo o Harold Schumacher. Actualmente, aparte de brasileños, tiene en nómina a otros foráneos: el serbio Kezman, el ghanés Appiah y el uruguayo Lugano.

Hay trabajo en el Fenerbahçe para los traductores. Y gestos que ayudan a la integración de los jugadores nacidos lejos de Estambul. En octubre, 12 soldados del ejército turco fallecieron en un enfrentamiento contra los insurgentes kurdos. A la mañana siguiente, la plantilla del Fenerbahçe, con sus extranjeros a la cabeza, saltó al campo de entrenamiento enarbolando banderas turcas como forma de homenaje. El entorno del club tampoco es ajeno a las tensiones político-religiosas que vive el país. Recientemente, Boris Kaska, un prestigioso abogado experto en derecho europeo e hincha del Fenerbahçe, reclamó ante la UEFA que al Inter se le restaran los tres puntos que obtuvo en la Liga de Campeones al derrotar al equipo turco en San Siro por un polémico motivo: el cuadro italiano jugó con la camiseta que conmemora su centenario, blanca con una cruz roja, el símbolo de su ciudad. Pero a Kaska esa indumentaria le remitía a la simbología de los Templarios y la consideraba una provocación para los millones de turcos que profesan la fe islamista. El Inter ganó aquel partido por 3-0, pero antes había sido derrotado, igual que el PSV y el CSKA, en el estadio Sükrü Saraçoglu. Una caldera de cinco estrellas. Quizás por eso Roberto Carlos no titubea cuando se le pregunta qué rival prefiere en los octavos: "El Madrid, sin duda. Y sin ningún ánimo de revancha contra nadie del club. Pero sería una motivación extra después de tantos años allí. Aunque tampoco tendría ningún problema en volver al Camp Nou. Me siguen apeteciendo retos de primer nivel".

Roberto Carlos
Roberto CarlosREUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_