Cada vez más lejos de la eurozona
Las tres economías bálticas se enfrentan a un peligroso proceso de recalentamiento económico
Las tres repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, pasarán a partir del 21 de diciembre a engrosar la lista de los países del Espacio Schengen, lo que significa en la práctica supresión de las fronteras con otros 19 países firmantes y que permite la libre circulación de las personas. Pero esta adhesión no se plasma en términos económicos, así es como la meta de incorporarse a la eurozona se ve ahora postergada por tiempo indefinido, y que puede en caso de Letonia dilatarse por más de un lustro.
Las tres repúblicas, autodenominadas Tigres del Norte, han gozado de un notable crecimiento medio del PIB, superando con creces la media europea durante toda la última década. Una mano de obra de bajo coste y políticas neoliberales han atraído al capital extranjero. Pero el dinamismo báltico se ve amenazado por síntomas de un recalentamiento económico. La inflación es galopante, las balanzas de comercio exterior se han deslizado hacia unos números rojos que superan los dos dígitos y los fuertes rumores de devaluación han menguado la confianza.
La inflación de los 'Tigres del Norte' es galopante, su balanza exterior está en números rojos y los rumores de devaluación menguan la confianza
Letonia
Sin duda, el caso que más llama la atención es el de Letonia. El déficit comercial del país asciende a un -25% del PIB, mientras que la inflación puede llegar a un 13%. Durante el presente ejercicio, el crecimiento económico aun será de un 8% o 9%, pero ya está en ciernes el descenso. El desaforado consumo ha sido financiado con préstamos poco rigurosos; como consecuencia, los precios de los pisos están en las nubes, hasta 6.000 euros por metro cuadrado en el centro de la capital, Riga. Desde el pasado verano, los precios de las viviendas han caído en un 30%. Por otro lado, la masiva emigración se ha traducido en una falta de mano de obra y en un alza del costo de la fuerza de trabajo. Los salarios han subido durante el año un 20%, lo que es muy superior a los niveles de productividad.
A esto se suma que el Gobierno no ha adoptado ningún cambio en su política monetaria. La moneda de Letonia, el lats, tiene valor fijo con respecto al euro. En la actualidad, cuando en el país hay fuerte presión para devaluar y el euro se fortalece, la competitividad de los productos letones pierde terreno a pasos agigantados. En la práctica, Letonia ha supeditado su política monetaria al Banco Central Europeo, lo que significa que se queda con muy poca capacidad de maniobra.
Como no existe una política monetaria propia, la regulación dependería de la política fiscal. El Gobierno letón ha programado un presupuesto para 2008 con un 1% de superávit, para poder establecer un equilibrio fiscal. Los analistas consideran que no cumplirá con su objetivo. Quizá un 3% estaría más cerca de lograrlo. El reciente anuncio del gigante ruso de la energía, Gastrom, que subirá el precio del gas que vende a Letonia en un 40% o 50%, es otro duro golpe a la balanza comercial. Gastrom vendió en 2006 un total de 680 millones de metros cúbicos de gas al 60% del precio establecido para los clientes de Europa occidental.
Como si esto fuera poco, el país se ve agitado por una prolongada crisis política, en la que el factor corrupción ha estado muy presente. El hasta ahora primer ministro, Aigars Kalvitis, líder del partido de centroderecha, el Partido Popular, ha anunciado su renuncia el pasado martes. Entre las acusaciones que pesan sobre él está la de haber financiado ilegalmente las campañas de su partido. La devaluación puede aliviar momentáneamente los males de la economía letona, pues mejoraría las exportaciones y, por lo tanto, la competitividad. Esta medida, por otro lado, causaría estragos en la clase media, pues el 80% de los prestamos están en moneda extrajera, mayoritariamente en euros. Ante este temor, los políticos letones han asegurado a la población que no recurrirán a la devaluación.
Si a pesar de todo Letonia devalúa el lats y deja el cambio fijo con el euro puede traer repercusiones inmediatas en los vecinos, Estonia y Lituania, que tienen los mismos problemas tanto estructurales como monetarios.
Estonia
El más pequeño y el más pujante de los países nórdicos había anunciado su incorporación a la eurozona para 2007. Sin embargo, criterios de convergencia como la inflación y la balanza comercial, además de una reforma en el sector bancario, fueron los obstáculos más notables para posponer dicha adhesión. Según el primer ministro, Andrus Ansip, "el país tiene buenas posibilidades de unirse a la moneda única a comienzos de la próxima década". El PIB per cápita de Estonia es del 64% de la media de la Unión Europea.
Con una población de sólo 1,3 millones de habitantes y una superficie similar a la Comunidad Autónoma de Aragón, Estonia tuvo un rápido crecimiento y estabilidad monetaria y fiscal durante el primer decenio del periodo pos-soviético que la puso a la cabeza de sus hermanas bálticas. Adoptó una economía abierta, y la cercanía de vecinos como Finlandia y Suecia trajeron primero turismo y luego inversiones. La industria del turismo por sí sola representa, hoy por hoy, el 8% del PIB.
Como en el caso de Letonia, también Estonia tiene su moneda, la corona, a precio fijo con el euro, lo que impide al Gobierno llevar una política monetaria independiente. El rápido crecimiento económico ha motivado un fuerte incremento en los préstamos para vivienda. El boom inmobiliario ha sufrido un parón a partir del verano, cuando el precio de los pisos comenzó a caer, hasta depreciarse en un 20%. Vieko Hinstov, jefe, de una de las principales consultorías de Estonia afirma que "tal difícil situación no la había vivido desde los tiempos soviéticos. Los materiales de construcción, por ejemplo, son difíciles de conseguir. Los precios del cemento, de la arena, se han triplicado. Estamos en un ciclo muy peligroso", concluye.
La balanza comercial muestra severos números rojos, producto de la masiva importación de bienes y servicios, que constituyen cerca del 80% del PIB. El aumento del consumo también es una consecuencia del incremento del precio de la mano de obra, lo que ha llevado a importantes empresas, sobre todo nórdicas, a buscar nuevos destinos para su producción. Las inversiones directas están, por lo tanto, en franco retroceso. Así las cosas, el Banco Central acaba de revisar sus estimaciones de crecimiento para 2008, reduciendo la cifra del 6,4% al 4,3%.
Lituania
Hace un año, la mayor de las economías bálticas estuvo en las puertas de la eurozona, sólo una inflación por encima de los criterios de convergencia impidió su adhesión. Hoy, Lituania se prepara para un aterrizaje forzado, que puede alejarla aún más del club de los selectos. El recalentamiento de la economía también ha alcanzado a Lituania, de tal forma que el Fondo Monetario Internacional hace un llamamiento para "la consolidación fiscal como única herramienta para mitigar los riesgos de la exuberancia".
Lituania es el país que más ha sufrido por la emigración, por lo tanto, en el periodo de recalentamiento, el precio de la mano de obra ha aumentado considerablemente. La fiebre prestamista comenzó en 2005, y hasta la fecha las hipotecas han aumentado en un 400%. La situación ha generado desconfianza, a tal punto que los precios de la vivienda han caído un 20% a partir del verano En su informe de octubre, el Banco Central reconocía que la confianza del consumidor había caído en un 5%, mientras que la confianza del sector industrial caía un 9% y el de la construcción un 11%.
Un cambio de conducta de los consumidores podría traducirse en un severo correctivo del sector inmobiliario y una depresión económica que haría muy difícil que las tres repúblicas bálticas alcancen los niveles de Europa occidental en un periodo prudente.
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