"La creación poética nace en las situaciones límite"
Desde su pequeña, pero fibrosa figura, el poeta y activista político Marcos Ana (Alconada, Salamanca, 1920) conserva esa fuerza que le llevó a sobrevivir 23 años en las cárceles franquistas, donde se inició como escritor al tiempo que mantenía su militancia comunista. Acaba de presentar en Bilbao Decidme cómo es un arbol (Umbriel), autobiografía de quien se considera "hijo de la solidaridad".
"Me era imposible mirar al horizonte, después de tantos años entre muros"
"La bondad de las ideas está por encima de los hombres"
La biografía de Marcos Ana, bautizado hace 87 años en Madrid como Fernando Macarro, es la de un resistente tenaz, un idealista convencido. No en vano, entiende que hay una "mística revolucionaria". Nació en una familia pobre de profundas creencias católicas. Su sensibilidad ante las condiciones de vida de las clases humildes le lleva a militar en las Juventudes Socialistas Unificadas. Poco después, comienza la guerra civil, en la que combate hasta que en 1939 es encarcelado. Condenado dos veces a muerte, sufre todo tipo de penalidades, aunque también conoce en presidio a Buero Vallejo o a Miguel Hernández. "La cárcel fue mi universidad", dice.
Aunque otros presos salían y volvían a ingresar, Marcos Ana, seudónimo que adoptó cuando empezó a escribir poesía, tomado de los nombres de sus padres, pasó 23 años seguidos encarcelado. "Se sobrellevan por la satisfacción de estar conforme con uno mismo, por el orgullo de haber llevado la vida que quieres vivir, la vida dura y noble de un revolucionario. La fuerza de las ideas me permitió sobrevivir y salir en un estado físico aceptable".
Reconoce que nació cuando salió en libertad, "a los 42". También recuerda que sus primeros tiempos en libertad fueron los peores. "Sufrí mucho cuando tuve que salir al campo, porque me era imposible mantener la vista en el horizonte, después de tantos años entre muros, sin olvidar los problemas que me supusieron las relaciones humanas". Relata cómo fue su primera relación con una mujer: "Me llevó un amigo a un cabaret y le pagó 1.000 pesetas a una chica para que estuviera conmigo. Al verme tartamudeando y temeroso, pensó que estaba borracho, pero yo le conté lo que me sucedía, que había pasado 23 años en la cárcel. Me dijo: 'Mira, yo voy a perder contigo varios miles de pesetas'. Paseamos, me llevó a cenar, fuimos a un hotel, y con su ternura consiguió que hiciese el amor por primera vez".
Ya en libertad, mantuvo una intensa vida política desde París, donde fundó el Centro de Información y Solidaridad con España (CISE). Aún mantiene su compromiso: "Siempre diferencio entre las ideas y los partidos. La bondad de las ideas está por encima de los hombres y sus equivocaciones, de los estados que las malversaron e impidieron que aquello fuera el principio de una redención para la Humanidad. Las ideas permanecen; por eso reivindico el comunismo".
Entiende que los fracasos y las frustraciones han sido muy fuertes, de ahí que parezca que la juventud está alejada del compromiso. "Yo creo que cada generación tiene la razón de su tiempo. Aunque ahora nos parezca que los jóvenes tienen la cabeza llena de aire, hay muchos que ya empiezan a descubrir la labor de mi generación, la de los vencidos en teoría", apostilla.
Junto a su actividad política, que le lleva de un lado a otro, sin que surja el desánimo en ningún momento, trabaja en la recopilación de su poesía. "Cuando recibí clandestinamente mi primer libro de poemas, me plantee que la poesía era un arma para luchar por la libertad. Aunque nunca publiqué, me editaron siempre. Tengo hasta una traducción en japonés de mis poemas", aclara
"La creación poética nace en las situaciones límite. En el desamor hay más fluido poético que en la felicidad amorosa", comenta. Así ocurrió cuando estuvo en prisión, pero también se comprueba en la actual vorágine de su actividad pública: "Mi vida sigue siendo un río incontrolable; viajo continuamente. Es más fácil encontrarme al volver la esquina de una estrella que en el barrio del Retiro donde vivo", concluye.
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