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Reportaje:

La extraordinaria ciencia de Nash

El premio Nobel, protagonista de 'Una mente maravillosa', llega a Santiago

Entra en la sala de prensa a paso lento, escoltado por los organizadores del ciclo de divulgación científica ConCiencia 2007. Al principio, apenas levanta la vista de la mesa y habla en voz baja sin gesticular. Más adelante, su enorme timidez le permite sonreír un par de veces, momento que aprovechan los fotógrafos para disparar simultáneamente sus flashes.

"Más que las personas, mi principal influencia fueron los libros"
"La estrategia contra el cambio climático fracasará si cada uno va por su lado"

John F. Nash, premio Nobel de Economía en 1994, es conocido fuera del mundo científico como el matemático que inspiró la película Una mente maravillosa (2001), una producción hollywoodiense ganadora de cuatro Oscar y protagonizada por el actor Russell Crowe. Desde su estreno, la vida personal de Nash, marcada durante décadas por la esquizofrenia, saltó a la primera línea de los medios de comunicación, robando protagonismo a sus reconocidos logros profesionales. "Por supuesto, no representa la realidad absoluta", matiza. Llega a Santiago para impartir la conferencia Dinero ideal y dinero asintóticamente ideal que, según el catedrático de Análisis Matemático Juan José Nieto, se refiere a una divisa que, "a largo plazo", puede llegar a ser la ideal, "como el euro".

Nash nació en 1928 en un pequeño pueblo de Virginia (Estados Unidos) y desde niño mostró un inusitado interés por las ciencias. Su padre, ingeniero químico, potenció las aptitudes innatas de su hijo, que finalmente acabó decantándose por las matemáticas. Con 22 años, el joven Nash leyó en la Universidad de Princeton una tesis de tan sólo 27 folios, que casi medio siglo después le valdría el premio Nobel. "No me interesaba si el reconocimiento me llegaba pronto o tarde", aseguró ayer.

Su aportación a la Teoría de Juegos fue el llamado Equilibrio de Nash: cuando los agentes de un juego no cooperan entre sí, existe un equilibrio por el cual el éxito de la estrategia que siga cada jugador depende de las estrategias que sigan los demás. Su descubrimiento se puede aplicar no sólo a la economía, sino a múltiples ámbitos, como la evolución de las especies biológicas o los comportamientos de los candidatos en elecciones. Por eso Nash piensa que las matemáticas "son el lenguaje universal".

Tras el desarrollo de la tesis, las alucinaciones llegan a la vida de Nash fruto de una esquizofrenia paranoide que le llevará a ingresar largos períodos de tiempo en diferentes hospitales psiquiátricos de Nueva Jersey. El prestigioso matemático, que consiguió hace tiempo controlar su enfermedad, opina en una pequeña reseña autobiográfica publicada por la organización de los Premios Nobel que la alegría de superar la esquizofrenia no es comparable con la de superar una enfermedad física. "La racionalidad del pensamiento impone un límite", lamenta el matemático, como si diese por sentado que su dolencia ha estado siempre íntimamente ligada a su privilegiada mente.

Nash comparó la globalización con el calentamiento global y la proliferación de armas nucleares, todos problemas "difíciles de parar". Los avances "son rápidamente copiados" por cada país y resulta imposible conservar la información. Piensa que el cambio climático se debe a que hay "demasiados animales" habitando en el planeta que cambian el contenido de los gases de la atmósfera. Defendió que, "si cada uno va por su lado", la estrategia fracasará. Para frenar el cambio climático "todos deben colaborar". En el encuentro con la prensa le preguntan si el actual sistema económico es insostenible. "Insostenible no es una palabra científica", espeta a los periodistas para después evitar concluir la respuesta, haciendo de estricto matemático que no admite errores en los planteamientos. Su fama de niño introvertido con dificultades para relacionarse con los demás, le sigue hasta hoy. "Tuve algunos buenos profesores, pero mi principal influencia fue la lectura. Más que las personas, fueron los libros".

Su edad no le impide seguir estudiando. John Nash continúa enriqueciendo la teoría de juegos, ejercitando a los 79 años esa mente extraordinaria.

El premio Nobel de Economía de 1994, John Nash, paseando ayer en la Plaza del Obradoiro.
El premio Nobel de Economía de 1994, John Nash, paseando ayer en la Plaza del Obradoiro.ANXO IGLESIAS

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