Los últimos de la clase
Estudiantes, inmerso en una crisis económica, es colista
Estudiantes, el club del instituto Ramiro de Maeztu, una de las canteras más prolíficas del baloncesto español, vive tiempos convulsos. A los endémicos problemas económicos que sacuden a la entidad madrileña se ha unido una crisis de juego que ha situado al equipo en el último puesto de la Liga ACB con una victoria en ocho jornadas. La última derrota, el sábado, frente al colíder, el Joventut (70-85), cuyos jugadores fueron aplaudidos por la Demencia. La hinchada estudiantil admiró con envidia el juego de los de Badalona, un club al que, por filosofía y trayectoria, siempre se le han visto parecidos razonables con los colegiales. Hoy, sin embargo, son dos equipos opuestos.
No era el mejor escenario para superar la crisis. Lastrado por las bajas de Gonzalo Martínez y Sergio Sánchez, sus dos bases, y conmocionado por el fallecimiento de Alejandro Sánchez Varona -histórico directivo y ex presidente al que se iba a rendir homenaje justamente antes del partido-, Estudiantes no opuso demasiada resistencia. No pudo.
"Falta experiencia; hay gente nueva que no conoce bien el club", dice Jasen, el capitán
"El equipo tiene más calidad de la que ha mostrado", asegura el director deportivo
Desde el club niegan que los recortes presupuestarios hayan determinado el mal inicio de temporada. "Estamos preocupados, pero el equipo tiene más calidad de la que hasta ahora ha mostrado", aseguraba José Asensio, el director deportivo, antes del choque ante el Joventut. Falta dinero, se renunció a disputar la Copa ULEB porque no salía rentable y la plantilla vio cómo se iban los jugadores en los que se asentó el juego la pasada campaña. "Pero eso ha sido siempre la constante de este club", recuerda Asensio; "no se puede olvidar que Estudiantes es una institución modesta. Antes luchábamos contra tres o cuatro monstruos: Madrid, Barcelona, Tau y algún otro. Ahora son muchos más los que se han apuntado al carro. Tienen más dinero y más apoyo institucional".
El entrenador, Mariano de Pablos, se ha cansado de repetir que, dadas las circunstancias, se confeccionó un buen equipo. Pero se echa de menos algún referente. Alguien que tome las riendas de un grupo que de un año para otro ha perdido a cuatro de sus cinco máximos anotadores: McDonald, Garnett, Iturbe y Nikolic. Entre los sustitutos sólo el estadounidense Larry Lewis (38 años) está respondiendo. Él y el capitán, el argentino Pancho Jasen, son los únicos que anotan más de 10 puntos por partido. La plantilla está plagada de jóvenes con todo por demostrar y la transición está siendo complicada. La huella que dejaron emblemas del club como Felipe Reyes, Nacho Azofra, Carlos Jiménez o Sergio Rodríguez es difícil de borrar. Y Carlos Suárez, Caio Torres, Daniel Clark o Javier Beirán, los últimos productos de la fábrica de la calle de Serrano, todos menores de 22 años, necesitan tiempo.
"Es cierto que falta experiencia", reconoce Jasen; "hay gente nueva, que no conoce demasiado el club y jugadores muy jóvenes. No es como hace unos años, cuando llegué. Entonces había una columna vertebral formada por jugadores que llevaban mucho tiempo en la casa. Se marcharon y eso siempre es difícil de asimilar. Pero somos autocríticos y asumimos las responsabilidades. Todos, jóvenes y veteranos, tenemos que dar un paso adelante y salir de esta situación".
Estudiantes siempre se ha caracterizado por ser un club formador de talentos. Un caladero para los equipos más pudientes. Pero a la vez ha sabido mantenerse en la élite, hacer equilibrios entre su vocación de escuela y ser de los mejores de la ACB. La tendencia de las últimas temporadas, sin embargo, no es precisamente al alza. En la pasada no consiguió la clasificación para la Copa ni para los playoffs de la Liga. "Hemos estado por encima de nuestras posibilidades mucho tiempo", afirma Asensio; "no podemos fijarnos los playoffs como objetivo. No hay objetivos. Es una cuestión de alcanzar un nivel competitivo. Sabemos que tenemos equipo para jugar en la ACB y se está trabajando bien". Jasen coincide en el análisis: "No podemos llorar. Hay que ganar un par de partidos y superar la presión psicológica. Entonces volverá la confianza".
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