La realidad
Los reality shows, cada vez más shows y menos reality, invaden las programaciones, pero a veces los viejos géneros informativos se reivindican con autoridad. El fin de semana asistimos en vivo y en directo a la crónica de la ira regia, contenida en un ya mítico "¿por qué no te callas?" que la oposición venezolana, con buen olfato, ha adoptado ya como consigna propia y que en las próximas semanas veremos convertido en anuncio, chiste, politono, etcétera. Ningún reality podrá alcanzar la pegada de este real cabreo retransmitido por los humildes telediarios. Claro, políticamente no es muy correcto que un soberano se mosquee ante las cámaras, pero es que muchos ciudadanos cada vez apreciamos más las salidas de guión. Y, hombre, si fuera cada día perdería su gracia, pero de vez en cuando es estupendo, sobre todo si enfrente se tiene a un dictadorzuelo de Tapiocópolis.
Más realidad real de fin de semana. La madrugada del sábado, Cuatro programó tres buenos reportajes a propósito de la Ley de la Memoria Histórica. El primero repasaba la pervivencia de la simbología franquista en varias localidades, con curiosidades como el motel de carretera en medio de la nada que utiliza como reclamo al buque Azor en seco, cayéndose a pedazos y con pintadas de "fachas al paredón", hasta el Valle de los Caídos, sobre el que el hijo de un fusilado republicano enterrado allí decía que ya podían convertir el santuario en centro de la paz, que para él la convivencia de víctimas y verdugos siempre sería un oxímoron. El segundo reportaje se iba a la beatificación en Roma de 498 mártires de la Cruzada, celebrado por compatriotas con peinetas, chapelas carlistas y vivas a Cristo Rey. Y el tercero nos situaba en Villanueva del Rosario, donde se han exhumado los restos de unos ugetistas asesinados. El hecho ha conmovido a los habitantes. Uno de ellos dice: "La semilla de los malos está en el pueblo". La realidad sigue estando muy por encima de la ficción televisiva.
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