El polémico Dady resucita a Osasuna

Transitaba Osasuna por los senderos de la desesperanza cuando apareció Dady desde el banquillo y lo sacó del abatimiento. Al delantero, sombra de Pandiani y Portillo y criticado por sus maneras torponas y desmadejadas, le hacía falta una reivindicación. Y el Valladolid actuó como detonante del instinto goleador del portugués. Los de Mendilibar habían elaborado un partido práctico y cómodo, con el control total, las mejores ocasiones y el desmantelamiento moral de su rival. Osasuna no fue nada durante la primera mitad y el tramo inicial de la segunda. Pura desidia.

El conjunto de Pucela, mientras tanto, martilleaba desde la zurda con la velocidad de Sesma y la insistencia de Kome y Llorente. El ataque del Valladolid resultaba mortal. Así, tras cinco ocasiones fallidas, tuvo que ser Álvaro Rubio, desde la segunda línea, el que llevase el choque a un marcador lógico. La plantilla de Ziganda era sobrepasada por todos los sitios y en toda circunstancia: en el centro, en la zaga, por alto, con el balón sobre el césped… Pero la diferencia no creció hasta que Jonathan Sesma, desde la izquierda, cruzó por la autopista creada por los defensas rojillos. Tras cuatro derrotas consecutivas, los blanquivioletas soñaban con una victoria tranquilizadora cuando Ziganda movió el banquillo.

Entre la bronca aparecieron Font, Dady y Vela. Y Osasuna resucitó. Dady, con un cabezazo, sembró el pánico entre los de Mendilibar. Seis minutos después, el luso se aprovechaba de un pase a la espalda de la zaga y de la salida suicida del veterano Alberto para empujar el balón con suavidad a gol.