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La crisis de los socialistas valencianos

El segundo cese de un líder correoso

No es la primera vez que Joan Ignasi Pla dimite como secretario general del Partido Socialista del País Valenciano (PSPV-PSOE), aunque en esta ocasión parece irreversible. La carrera política de Pla (Atzeneta d'Albaida, Valencia, 1959) es un buen ejemplo de la convulsa historia del socialismo valenciano. Perteneciente al grupo de cuadros jóvenes formados en la Generalitat durante la presidencia de Joan Lerma, Pla tuvo su oportunidad tras la derrota socialista en las elecciones autonómicas de 1995. Con experiencia política como asesor del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Valencia, primero, y como responsable del Institut Valencià de la Joventut (Ivaj) en los años de gestión socialista, Pla pasó a primera línea de la política en el VII Congreso del PSPV, celebrado en 1997. Allí se aupó a la Secretaría de Organización del socialismo valenciano dentro de la candidatura renovadora que encabezaba Joan Romero. La división entre renovadores y oficialistas convirtió la federación en ingobernable y Romero, entonces secretario general, acabó por renunciar.

La dimisión abrió un periodo de gestoras, la segunda de las cuales se atrevió a convocar un congreso extraordinario en 1999 para elegir una nueva dirección. El congreso acabó con la elección, de madrugada, de Pla como secretario general y de Joan Lerma como presidente del PSPV. Todo ello en medio de un monumental escándalo, reproches, abandonos y roturas de carnés por parte de delegados. El entonces secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, llamó a Pla a capítulo a Madrid, anuló el congreso y obligó a Pla y a toda la ejecutiva valenciana a dimitir.

Pero Pla, si puede presumir de algo, es de ser buen fajador y un político correoso, de esos que vuelven a aparecer cuando ya se les ha perdido de vista. Así, apenas un año más tarde y con un PSPV harto de luchas intestinas, volvió a presentar su candidatura en el congreso de la federación celebrado en Alicante. Allí, entre seis candidatos, logró imponerse y volver a la secretaría general. Un cargo que revalidaría cuatro años después. Como máximo dirigente del PSPV, Pla puede atribuirse el mérito de haber contribuido a acabar con una estéril dinámica de negociación interna entre las distintas sensibilidades del socialismo valenciano.

Desde el punto de vista electoral, Pla ha sido incapaz de recortar la diferencia con el Partido Popular, que en medio de importantes crisis internas entre campistas y zaplanistas, ha sabido revalidar y ampliar las mayorías absolutas en 2003 y en 2007. Con una política errática -oscilante entre las ofertas de pactos al popular Francisco Camps y las críticas durísimas por los casos de corrupción, la mala gestión de los servicios públicos o por el accidente de la línea 1 del metro de Valencia-, Pla ha sido incapaz de convertirse en un referente social más allá de las puertas de la sede del PSPV en la calle de Blanquerías de Valencia. Ayer dejó por segunda vez la secretaría general, igual que la primera vez, sintiéndose un incomprendido.

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