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Entrevista:JOSEP HUGUET | Miembro de la comisión redactora de la ponencia oficial de la conferencia de ERC

"Carretero propone que pasemos a la oposición y nos dediquemos a predicar"

Enric Company

Esquerra Republicana (ERC) afronta el domingo un reto complicado. La conferencia nacional del partido debate la estrategia de futuro en un ambiente caldeado por la aparición de dos plataformas críticas, a derecha e izquierda de la dirección, a la que ambas acusan de haberse acomodado y sometido al partido socialista. Josep Huguet, uno de los ideólogos de la actual Esquerra, consejero de Innovación en el Gobierno catalán, será el encargado de defender la ponencia oficial frente a la alternativa presentada por la plataforma dirigida por Joan Carretero.

Pregunta. Se les acusa de haberse apoltronado, de haber caído en el conformismo político.

Respuesta. Es una acusación ingenua. Cualquier partido aspira a gobernar y un partido con un objetivo final muy ambicioso como es el nuestro no puede estar siempre atravesando el desierto mientras llega ese día soñado. Sería situarse en una posición exótica.

P. La cuestión está en si la cuota de poder que tienen desde 2003 les ha adormilado o no.

R. La impronta de ERC en estos gobiernos es muy importante, como se acaba de ver con la presencia catalana en Francfort, por poner el último ejemplo. Ahora bien, los partidos han de tener mecanismos para que en los gobiernos estén los mejores, no guiarse por amiguismos y familias. Eso es exigible.

P. Una de las ponencias alternativas exige la renegociación del pacto de gobierno con el PSC e ICV. ¿La considera aceptable?

R. Esta enmienda [del sector que lidera Carretero] significa una ruptura estratégica. Cuando se pone a nuestro programa finalista como condición sine qua non para formar coaliciones de gobierno, se está proponiendo de forma encubierta que pasemos a la oposición. Y que nos dediquemos a predicar, dejando el gobierno para los que han mandado durante los anteriores 23 años.

P. Pero el malestar de quienes exigen poner el objetivo de la independencia en primer plano es obvio. ¿Qué respuesta les dan?

R. Una buena parte de las bases sociales del PSC y Convergència han visto cómo fracasaba el intento de mayor autonomía con la actual Constitución. Esto les pone en disposición de hacer una transición hacia nuevos horizontes, en los que se habla ya de Estado para Cataluña, ya veríamos si libre o federal. Ponerse a correr hacia adelante en este preciso momento, dar un gran salto hacia más allá de donde está la gente, es un error estratégico de dimensiones enormes. Lo que hay que hacer es liderar esa oleada, no dejarla en manos de la opción autonomista ya periclitada.

P. También se les acusa de desvincular la opción social de la opción nacionalista.

R. El ADN de Esquerra es éste: de izquierdas, republicano y nacional. No nacionalista, nacional

P. ¿Usted es de los que niegan ser nacionalista?

R. Yo soy independentista, no nacionalista. Soy una persona de izquierdas y demócrata. Cuando estás en una situación como de colonia no te dejan tener ni democracia plena ni justicia de Estado. Por eso soy independentista. A mí las banderas y los símbolos y todo eso me pone nervioso, en general. Ni soy ni vengo de este linaje.

P. Pues una de las propuestas que han de debatir el domingo es la de ir a las elecciones legislativas formando un frente nacional con otras fuerzas.

R. ¿Con quién? Hay mezclas que simplemente no tocan. No he visto nunca que Convergència sea independentista. En sus bases sí hay independentistas, pero los líderes han jugado siempre al nacionalismo como método para formar mayorías políticas que les aúpen para mandar. La finalidad del nacionalismo de Convergència es mandar.

P. El objetivo de gobernar, mandar, como dice usted, ¿es malo? Usted lo reivindicaba antes para Esquerra.

R. Convergència nunca marca un horizonte. Su horizonte es tener mayoría y para eso tiene que haber siempre un conflicto estético más que político con España. Siempe dice: "Queremos más, queremos mas". Pero no dice para qué. No tiene un proyecto federal ni independentista. Por esto le interesa mantener siempre una cierta tensión identitaria.

P. Lo cierto es que la presión nacionalista hace mella en las bases de Esquerra. ¿Cómo piensa que pueden superarla?

R. Tenemos una pinza entre los que nos atacan por radicales en el tema nacional y los que en el mismo momento nos atacan por tibios, por estar sometidos, dicen, al presidente Montilla. Han llegado a hablar de silencio de los corderos. Garrotazos en estéreo, vaya. Y todo esto acompañado de planteamientos del tipo o todo o nada.

P. ¿La ponencia de Carretero es todo o nada?

R. Sí. Es un planteamiento que no comparto en absoluto porque la disyuntiva queda habitualmente en nada.

P. Hay muchos signos de que un sector de Esquerra no soporta esta presión. ¿Va a estallar esto en la conferencia?

R. Es cierto que hay militantes que no lo aguantan. Y yo les entiendo. Esta presión, acompañada de algunos errores de la dirección, ha llevado a un cierto descontrol.

P. ¿Qué errores?

R. Ha habido un silencio excesivo durante algunos meses, largos, durante los cuales han surgido precisamente los sectores críticos. Su aparición, sin embargo, ha sido positiva. Ha sido un catalizador que ha forzado a la dirección a un cambio de rumbo. Pero no hay que confundir este debate con la crítica a la dirección.

P. ¿Y por qué no criticar a la dirección?

R. Porque hay que hacerlo cuando toque, que es en el congreso. La dirección ha iniciado una rectificación táctica que todavía no se ha confirmado del todo y que deberá ratificarse en el congreso con una dirección renovada en profundidad, compuesta por los y las mejores, no en función de cuotas familiares. Éste será el momento de pasar factura con nombres y apellidos. Lo que no puede ser es dar una patada a la dirección en el culo de Esquerra, que sería lo que pasaría si ganara la ponencia alternativa. Sería romper el ADN de Esquerra. Eso sí sería una crisis grave para el partido.

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