Eduardo González, cardiólogo y neumólogo
Fue presidente del Colegio de Médicos y de la Real Academia de Medicina de Asturias
Eduardo González Menéndez, muy acreditado en su especialidad profesional, fue autor de más de 150 publicaciones y artículos sobre su especialidad. También cultivó las colaboraciones periodísticas en diversos medios periodísticos (en su juventud había sido redactor en plantilla de El Correo Gallego) y fue autor de una novela de juventud (De Santiago se sale llorando), de una historia costumbrista sobre la Compostela de su época estudiantil y de varios ensayos (Testigo de mi tiempo. Reflexiones humanísticas y médico-sociales y Vigilancia de la doctrina, la praxis y la bioética como programa y tarea de las Reales Academias). González fue un humanista con inquietudes y actividades culturales que desbordaron los límites de su ámbito profesional.
Con una vocación médica que se remontaba a su infancia y que le llegó por tradición familiar, y premio extraordinario de ingreso y de licenciatura en Medicina en la Universidad de Santiago de Compostela, el doctor González Menéndez, que durante 15 años dirigió el hospital Monte Naranco de Oviedo, en su etapa como centro antituberculoso, presidió el Colegio de Médicos de Asturias entre 1963 y 1977 y durante 27 años también la Real Academia de Medicina de Asturias, cargo para el que fue reelegido de forma sucesiva, siempre por unanimidad, y que había abandonado hace un año por razones de salud, cuando fue designado presidente de honor.
Durante su vida profesional atendió a unos 70.000 pacientes. Fue a su vez miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), patrono del Foro Jovellanos, y miembro fundador de las sociedades españolas de Cardiología, Patología Respiratoria e Historia de la Medicina.
El médico fallecido, que estaba viudo, era padre de 11 hijos, cinco de los cuales siguieron sus pasos en el campo de la medicina, y tenía 20 nietos. Siempre defendió la calidad de la medicina española y juzgaba innecesario que pacientes graves acudieran a hospitales extranjeros en la creencia de que con ello aumentaban sus posibilidades de curación.
González Menéndez se declaraba entusiasta y admirador del rey Juan Carlos e influido por maestros situados políticamente en el centro-izquierda, rechazaba las posiciones más beligerantes de la derecha y era católico practicante y defensor del concepto de España como nación y de dos valores que juzgaba capitales: el orden público y la salud pública.
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