El Kun, también en las pachangas

Por lo visto, el Atlético no es nadie sin Agüero. Eso se deduce de la (se supone que meditada) decisión de Aguirre de colocarle de titular en un partido al que llegaba su equipo con un 4-0 a favor, ante un ¿rival? de la Segunda División turca, en lo que fue un entrenamiento con etiqueta oficial pero de menor fuste que el partidillo de los jueves. Eso sí, el Atlético se echó la manta a la cabeza y firmó la mayor goleada europea a domicilio de su historia, tras 188 partidos.

"No será fácil y vamos a sufrir", declaró Aguirre en la víspera. Alucinados debieron quedarse en el Erciyesspor al leer sus palabras. Porque jamás soñó el equipo turco con remontar cuatro goles al Atlético. Mejor dicho: jamás soñó con ganar al Atlético. Mejor dicho: jamás soñó con asustar al entrenador de un equipo de la Primera División española. Y asustado debía estar Aguirre cuando para derribar a un adversario menor que minúsculo echó mano del mejor jugador de su plantilla, de uno de los futbolistas más desequilibrantes de España, de un tipo que está que se sale. Del Kun Agüero. ¿Y qué si en tres días el Atlético visita al Barça? ¿Y qué si Agüero se hubiera encontrado ante un rival que le frenara a patadas? El mensaje del técnico fue diáfano: en este equipo juegan Agüero y diez más. En el Camp Nou y en el estadio Ataturk de Kayderi, municipio de Turquía.

No masacraron los turcos a Agüero, pero sí sufrió un golpe, según reveló Aguirre, lo que prueba la temeridad de alinearle. El chico había volteado el partido a los seis minutos, cuando aprovechó un envío de Luis García para ejecutar tras regatear al portero. Fue el inicio de una goleada histórica, pero de pega, del Atlético, conseguida ante nadie. Al rato, Luis García, el que más ganas puso, progresó por la izquierda y su centro lo cabeceó Jurado. La eliminatoria ya enseñaba un resultado global de 6-0 y ahí seguía Agüero, imprescindible también en las pachangas.

El Kun puso la cabeza a un envío de Pernía y logró el tercero. Al instante, el árbitro señaló el descanso. Y entonces sí, entonces Aguirre optó por reservarle para empresas mayores (llámense Barcelona). Pero sacó a Forlán en su lugar, quizá para que él también se entrenara un ratito. Logró el cuarto Maxi, de penalti, y el quinto Forlán tras una buena combinación entre Reyes y Luis García. Fue el colofón a un sucedáneo de partido, y de eliminatoria, con un rival ante el que Aguirre auguraba sufrimiento y al que el Atlético despachó sin despeinarse. Y al que hubiera despacahado sin Agüero. Y sin Forlán. Y sin el primer equipo, incluso.