El Valencia, contra la pared azul
Un Chelsea muy defensivo va de menos a más y supera a la contra al conjunto de Quique
Desesperado de tanto chocar contra la pared azul. Cansado de no saber cómo parar a Drogba. Y superado, una vez más, por el juego entre líneas del finísimo Joe Cole. Así terminó el Valencia un partido que jugó para ganar, y lo mereció en la primera parte, pero acabó perdiendo porque agotó todo su oxígeno en una hora. Si en ese periodo no has fulminado al Chelsea, ya sabes lo que sucede. Lo mismo que el curso pasado. Hombre muerto. Siempre tendrá una contra (ayer fueron dos) o alguna acción a balón parado. No es conveniente fiarse de este león herido que, aunque tocado en la Liga inglesa, le sobran estrellas para reivindicarse en un torneo más corto como la Champions. Al Valencia le faltó fútbol donde le viene faltando: en el centro del campo. Aunque derrochó esfuerzo y entusiasmo. Y el público, puesto en pie al final del encuentro, así se lo agradeció.
VALENCIA 1 - CHELSEA 2
Valencia: Hildebrand; Miguel, Albiol, Helguera, Moretti; Joaquín (Arizmendi, m. 90), Albelda (Baraja, m. 75), Marchena, Silva; Morientes (Zigic, m. 65) y Villa. No utilizados: Cañizares; Sunny, Angulo y Alexis.
Chelsea: Cech; Ferreira, Terry, Carvalho, Ashley Cole; Joe Cole, Makelele, Mikel (Alex, m. 91), Essien (Sidwell, m. 85), Malouda (Kalou, m. 86); y Drogba. No utilizados: Cudicini; Schevchenko, Pizarro y Belletti.
Goles: 1-0. M. 8. Villa encara a Cech y lo bate por bajo. 1-1. M. 20. Malouda llega a línea de fondo y su centro lo remata a gol Joe Cole. 1-2. M. 67. Pase de Joe Cole a Drogba, que supera a Albiol y marca.
Árbitro: Rosetti (Ita.). Amonestó a Marchena.
Unos 45.000 espectadores en Mestalla.
Fue sincero el reconocimiento de Mestalla hacia su equipo, que había hecho un tributo al fútbol en la primera parte. Tal fue su despliegue físico y técnico ante un rival convertido en una máquina de destruir. Al cuadro de Quique se le adivinó siempre la intención de crear. Aunque no era nada fácil. Se trataba de derribar un bloque de tres mediocentros defensivos (sí, tres, Makelele, Mikel y Essien) y, a continuación, dos de los mejores centrales del continente, Carvalho y Terry. Total, varias toneladas de hormigón. Para agrietarlo, el Valencia tendió a caer por su orilla izquierda, tal vez pensando que Ferreira es más vulnerable que Ashley Cole. O tal vez porque esa es la tendencia natural de Villa, que suele asociarse por ese lado con Silva. Los dos pequeños del Valencia lograron filtrarse varias veces con cierto éxito.
El caso es que Villa, siempre tan listo, advirtió que la zaga inglesa comenzó el choque atacada de los nervios. Y allá se fue El Guaje, a buscar un balón entre una nube de defensores azules. Con tan buena fortuna que el balón, tras un rebote, dio una pirueta circense y saltó la muralla defensiva para posarse justo en el lugar en el podía llegar Villa. Llegó y marcó. Exultante, después se pegó una carrera de 40 metros para ayudar a sus compañeros. Podía interpretarse como un esfuerzo demagógico, pero no lo era. Para ganarle al Chelsea, todos debían picar piedra.
Joaquín lanzó su enésimo ataque por el extremo, sin saber que aquello era una trampa mortal. El cuadro londinense montó la contra y aprovechó la ausencia de Joaquín para que Malouda alcanzara la línea de fondo. Su centro raso lo embocó a gol Joe Cole. Al igual que en la pasada edición, Cole se destapó en un jugador habilidoso y ligero sobre el que no había antídoto.
La otra arma del Chelsea era más previsible, Drogba. Pero no por conocida más sencilla de desactivar. Albiol ya la conocía. Helguera lo comprobó ayer. Se trata de una mole con la que puedes chocar, pero no derribar. Tan es así que cuando pareció darle un tirón al filo del descanso, el público lo saludó como un gran acontecimiento. Pero no. Siguió jugando. Lo mismo que Terry, con el pómulo roto de hace tres días. Y nadie lo diría. La misma firmeza de siempre. Y la mala uva: agredió a Zigic para parar una contra sin que el árbitro lo advirtiera.
El Valencia dio síntomas de agotamiento tras el descanso. El recuerdo de la fortaleza física de los blues el pasado curso sobrevoló Mestalla. El partido decayó. Le faltaba libertad. Cambios de orientación. El Valencia carecía de frescura para inventar, y al Chelsea le sobraba músculo. Era el momento de algún cambio que Quique, contento con sus muchachos, tardó en efectuar. El primero en entrar fue Zigic, recibido con vítores por la grada: pensaron que era la manera de contrarrestar a Drogba. Sin embargo, resultó lo contrario. Acababa de saltar Zigic a por su primera pelota cuando el balón le cayó a Joe Cole, en posición de lanzar a Drogba. ¡Y vaya si lo lanzó! Fue un exquisito pase en profundidad de 20 metros, que permitió que el costamarfileño se jugara una carrera con Albiol. Y la ganó. Resolvió con la zurda ante la salida de Hildebrand. Después, el Valencia recurrió a la épica y, hasta el último segundo, la acarició: lo habría logrado Baraja de haber girado el punto de mira al segundo palo.
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