Mediocridad total
El Valencia vence jugando muy mal a un Recre manso e inofensivo con un pésimo arbitraje
Ante un Recre a ratos manso y a ratos inofensivo, el Valencia prolongó su idilio con la victoria con un fútbol muy rácano: mínimo esfuerzo, mínima ambición, máximo resultado. Es una especie de virus que circula por los organismos de algunos de los grandes de la Liga. Le sucede al Madrid y también al Valencia. El capellismo que no cesa. Sólo se salvó la clase de Silva, a años luz de los demás, y la firmeza de los dos centrales Albiol y Helguera. El partido lo empeoró un arbitraje demencial: enseñó 12 amarillas y dos rojas en un encuentro en el que sólo hubo una agresión, de Marchena a Cáceres dentro del área, que el árbitro no vio. El cuadro de Quique, eso sí, suma ocho triunfos de los últimos siete partidos y recibe el miércoles al Chelsea con la fuerza que le dan los resultados.
RECREATIVO 0 - VALENCIA 1
Recreativo: Sorrentino; Moya, Beto, Quique Álvarez, Cáceres; Varela (Aitor, m. 46), Jesús Vázquez, Martins, Marquitos (Congo, m. 46); Camuñas y Javi Guerrero. No utilizados: Luque, Iago Bouzón, Zahínos, Barber y Dani Bautista.
Valencia: Hildebrand; Miguel, Albiol, Helguera, Moretti; Angulo, Marchena (Albelda, m. 79), Baraja, Arizmendi (Joaquín, m. 63); Silva; y Villa (Morientes, m. 81). No utilizados: Mora, Alexis, Fernandes y Zigic.
Gol: 0-1. M. 5. Pase de Marchena a Villa, que regatea al portero y marca.
Árbitro: Teixeira. Expulsó a Víctor Muñoz (m. 45) por protestar y a Martins (m. 83) con roja directa. Amonestó a Arizmendi, Miguel, Sorrentino, Jesús Vázquez, Quique Álvarez, Beto, Congo, Morientes, Martín Cáceres, Helguera, Morientes y Silva.
Unos 15.000 espectadores en el Colombino.
Están picados los veteranos valencianistas con las suplencias. Cómo corre Baraja a poner en movimiento el balón cuando se detiene tras alguna falta. Cómo le retiró el saludo al entrenador cuando lo sustituyó la semana pasada. Pero Quique ha conseguido lo que pretendía: que se espabilen. Otra cosa es que Baraja esté bajo de forma y corto de confianza. Desafortunado en el pase y en el control, acaba siendo un lastre para el juego del Valencia.
Marchena también falló en muchos de sus envíos desde el medio del campo. Pero clavó uno, con la izquierda, para Villa, que rompió la línea del fuera de juego, controló con delicadeza, regateó a Sorrentino y marcó. Fácil para alguien como Villa, que ha vuelto tras marcarle al Schalke en Gelserchirchen.
Supuestamente, el Recre tenía muy clara una orden de Víctor Muñoz: esperar en su campo al Valencia, cederle el espacio y el tiempo. También con el gol en contra. Se olvidaron de la segunda parte de la orden, robar y montar rápido el contragolpe. Lo mejor del Recre llegó por su ala izquierda, cedida en pleno el Villarreal: el lateral uruguayo Martín Cáceres y el extremo ibicenco Marquitos. Los frenaron los dos centrales valencianista, Albiol e Iván Helguera, que mezclan muy bien desde el primer momento. Albiol pone la velocidad para el corte; Helguera la elección del momento justo.
El balón, el pobre, ganaba mucho si caía en los pies de Silva, que limpiaba en el panorama con su zurda de seda. Y sacó brillo al palo izquierdo de Sorrentino con un disparo desde fuera del área.
Víctor Muñoz buscó la fogosidad que le faltaba a su equipo con la presencia en la segunda parte de Congo, delantero embarullado como pocos, pero tan insistente que es capaz de encontrar una aguja en un pajar. Ahora sí, el conjunto onubense presionó mucho más a los centrocampistas contrarios.
Sin extremos que desbordaran, el Valencia apenas tuvo salida de su campo. Nunca encaró Angulo a su par y alguna vez lo intentó Arizmendi a pierna cambiada sin mucho éxito. El resultado fueron unos ataques muy embarullados.
El Recre le metió agresividad en este segundo periodo. Y el juego se interrumpió constantemente. También porque el árbitro tuvo el silbato muy afilado: cualquier roce era falta, y cualquier mirada, tarjeta. No descubrió, sin embargo, lo que sí era realmente grave: una agresión de Marchena dentro del área a Martín Cáceres. Un manotazo en los morros del defensa uruguayo, que salió sangrando del estadio y, claro, se llevó una amarilla por protestar. ¡A quién se le ocurre!
Baraja estaba para ducharse, pero Quique prefirió mantenerlo en el campo antes que soportar otro desprecio del vallisoletano. El partido pasó de malo a pésimo. Y Quique dio paso a Joaquín por si el gaditano se atrevía a cambiar las cosas. Entró perezoso Joaquín y decidió que él tampoco jugaba, sino que se dejaba ir. Como el resto. Todos plegados a la mediocridad rampante.
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