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La Romareda vuelve a gritar insultos racistas

Jordi Quixano

La afición del Zaragoza, tensa con su equipo por el juego raquítico que ofrece en las últimas fechas -por mucho que anoche ganara el partido-, abroncó en varias ocasiones a sus futbolistas. Pero se extralimitó en sus derechos y un sector mínimo pero sonoro de la grada perdió los nervios. Poulsen le pegó una patada a Sergio al intentar rematar el cuero y Kanouté, hastiado por el resultado, le exigió al defensa que se alzara y jugara al fútbol. Un gesto que no entendió esa parte minoritaria del público, que le dedicó al delantero sevillista los consabidos gritos simiescos al ariete sevillista.

Esta reacción expone el Zaragoza a una multa que ya conoce, reincidente como es en este tipo de insultos y aberraciones. Su afición ya se lo hizo en otros tiempos a Roberto Carlos (Real Madrid), Robert (Betis) y, sobre todo, a Eto'o, delantero del Barcelona, que amenazó con abandonar el partido si continuaban los insultos racistas en el partido que enfrentó a su equipo con el Zaragoza en febrero de 2006.

La afición de La Romareda nunca salió bien parada por no morderse la lengua. Los berridos de ayer, sin embargo, no silenciaron la mala puntería del Sevilla.

Acostumbrado el equipo de Juande Ramos a imponerse con contundencia sobre la mayoría de sus rivales, en los últimos tiempos ha entrado en una espiral de batacazos desconocida. El campeón por partida doble de la UEFA cuenta cuatro partidos consecutivos por derrotas -tres en Liga y una en Liga de Campeones- y el equipo sufre horrores para rematar los duelos.

Anoche encajonó al Zaragoza, pero no lo liquidó. "Es difícil de explicar", rezongó el técnico del Sevilla; "se ha presionado, atacado y defendido bien. Pero en el fútbol mandan los goles", dijo Juande, usando una frase similar a la que ha utilizado en los últimos duelos perdidos.

Un tanto apagado y bastante seco por el resultado, Juande prosiguió con su discurso. "Firmaría jugar así cada semana, pero nos ha faltado acierto de cara al gol", concedió. Y agregó: "Los chicos no tienen que sentirse mal. A nadie le gusta perder y es normal el sentimiento de disgusto. Pero deben tener serenidad porque hacen lo que se les exige".

Centrado en el partido de la Liga de Campeones que le enfrenta al Slavia de Praga el próximo martes, Juande le dio la razón. "Somos el segundo equipo máximo goleador de la Liga, y creamos muchas ocasiones. Sin duda, es un problema pasajero", apostilló rotundo.

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