Bastaron Raúl y el golazo de Baptista
En su peor partido, el Madrid se pasea por el alambre ante un Betis que chocó tres veces con los postes
El Madrid menos Madrid de la temporada, el más vulgar, resistió en el liderato tras derrotar a un Betis que llegó a Chamartín sin creerse que podía sacar algo positivo, y se fue de allí sin creerse que no lo había sacado. El Madrid solventó el conflicto de forma discreta, sin dejar nada para el recuerdo más que el empeño de Raúl en ganar el partido, la monumental chilena de Baptista que significó el segundo gol y un puñado de delicias de Robben.
REAL MADRID 2 - BETIS 0
Real Madrid: Casillas; Torres, Sergio Ramos, Cannavaro, Heinze; Diarra; Higuaín (Robinho, m. 58), Guti, Sneijder (Baptista, m. 79); Raúl y Saviola (Robben, m. 58). No utilizados: Dudek; Marcelo, Gago y Soldado.
Betis: Ricardo; Melli, Juanito, Rivas, Fernando Vega; Somoza, Juande; Odonkor (Xisco, m. 71), Sobis, Mark González (Caffa, m. 84); Edu. No utilizados: Doblas; Ilic, Babic, Capi y Fernando.
Goles: 1-0. M. 66. Raúl transforma un penalti que Rivas cometió sobre el propio delantero madridista. 2-0. M. 84. Baptista engancha una chilena que sorprende a Ricardo tras un barullo en el área.
Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Cannavaro, Melli y Juande.
Unos 60.000 espectadores en el Bernabéu.
Durante un rato, inacabable, el partido fue una memez. El Betis, que se asomó a escena temblando, se pasó media hora sin saber qué hacer. Aterrorizado, se supone, por lo que tenía enfrente. Pero resulta que lo que se encontró enfrente fue un Madrid vulgar hasta la desesperación, sin luces, torpe, que se olvidó de jugar por las bandas, de combinar, de echarle la más mínima imaginación, con Guti varado en tierra de nadie y Sneijder perdido. Cuatro pequeñas andanadas del Madrid, con Raúl de protagonista en todas ellas, dieron paso a la sinsustancia más absoluta. Al Madrid le entró una caraja digna de otros tiempos. Tan mal, tan rematadamente mal se sentía el equipo que el Betis despertó. No porque creyera en sí mismo, que bastante tenía con imponerse al escenario, sino porque no le quedó más remedio. Una jugada por la derecha finalizó con un envío que se comieron, por este orden, Cannavaro, Casillas, Diarra y Torres. Todos acabaron por el suelo en el área pequeña. Edu se encontró solo ante aquel derrumbe, pero fue incapaz de superar a un Casillas que sacó una mano milagrosa. La pelota le cayó a Mark González, quien la mandó al viento.
El Betis, de golpe, se vio capaz de lo que siempre se creyó incapaz. El poste evitó que el cabezazo de Rivas se fuera dentro, y Casillas tuvo que estirarse en otro par de ocasiones. Sufría el Madrid, imposible como le era encontrar la fórmula. Jugaba sin bandas, pese a que Heinze intentó progresar por la izquierda. Y progresaba, sin duda. Otra cosa era el destino final que le daba al balón, que siempre fue la nada. Por la derecha, Torres no sólo no se atrevió, sino que perdió el sitio, el temple y la moral. Más allá de una falta que Ricardo sacó a Sneijder, el Madrid sólo se asomó al área rival de la mano de Raúl. De sus ocho primeras ocasiones, seis llevaron la firma del capitán, al que en nada ayudó Saviola.
A la hora de partido aparecieron sobre el césped Robinho y Robben. Schuster había decidido rectificar, dar presencia al equipo por las bandas. La jugada tardó cinco minutos en salirle bien. Tras dos amagos, Robben cazó la pelota y se la puso a Raúl, que la paró en el punto de penalti e intentó irse de Rivas. El central le agarró pero, visto que no le derribaba, le zurró abajo. Raúl cayó, pero gateó, se incorporó, fue a por el balón, sin escuchar el silbato del árbitro que anunciaba penalti. Omnipresente como estuvo, fue el propio capitán quien lanzó el máximo castigo, logrando el primer gol del equipo.
Ya tenía el Madrid el partido donde quería, obligado como estaba el Betis a irse arriba. Lo hizo el equipo sevillano sin excesivo ánimo, lo que no impidió que lanzara otras dos veces al poste. Pese a la mala fortuna con la madera, el partido demostró que al Betis le faltan muchas, demasiadas cosas, comenzando por la sangre. Que no tiene. Para más inri, el Madrid se encontró con otra ocasión, una falta ladeada que puso Guti en el área, donde se produjeron varios rebotes. La pelota quedó suelta, elevándose, cuando de repente surgió la enorme figura de Baptista, que la pilló en lo más alto y la mandó a la red con una descomunal chilena.
Puso así fin el Madrid a un partido que le resultó inesperadamente desagradable, del que sólo Raúl, que está como un tiro, Baptista y Robben, que hizo una magnífica media hora, salieron airosos. Ellos empujaron a un Madrid sufriente, tosco y desconocido hacia un triunfo del que, pese a todo, nadie dudó nunca. Ni siquiera el Betis.
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