La discreta excepcionalidad de un diplomático
El pasado agosto nos dejó para siempre esta figura singular de una carrera cuyos miembros, alguna vez con justicia, han criado fama de frivolidad y cortesanía. "La razón es siempre revolucionaria", solía decir. Con ella, y el derecho como medio de alcanzar la justicia y la igualdad, dio un vuelco a la protección de nacionales en el extranjero -entonces emigrantes- y a la vida personal y profesional de sus compañeros diplomáticos.
Condomines, vicesecretario general técnico del Ministerio de Asuntos Exteriores en 1976 y 1977, como conceptor imaginativo de un decreto de provisión de destinos, aseguró a sus compañeros dignidad, seguridad profesional e igualdad de oportunidades en el acceso a los puestos de mayor interés en el extranjero. En adelante -salvo los nombramientos de embajadores y de competencia exclusiva del Gobierno-, todos los destinos diplomáticos y consulares seguirían siendo nombrados por el ministro, pero previo concurso anual y a propuesta de una Junta de la Carrera, cuyos miembros elegidos por categorías de la misma garantizaban la independencia de sus decisiones.
Único diplomático que desempeñó el cargo de director general de Emigración, en 1977 inauguró la colaboración con los sindicatos democráticos -apenas legales- y creó las Juntas Consulares en las que las asociaciones de emigrantes tuvieron representación y participaron en la atribución de fondos para sus fines de apoyo a sus connacionales.
Embajador de España jubilado, no desempeñó nunca un puesto de embajador en el extranjero. Pero alcanzó, en cambio, el generalato, siendo un cónsul magnífico en todos sus destinos. Concebía el desempeño de la función consular como una profundización constante de sus conocimientos jurídicos para actuar con la máxima eficacia en la protección de nacionales y para resolver sus problemas caso por caso, preocupado por encontrar soluciones justas que favoreciesen a los interesados por encima de cualquier estrecha interpretación literal de textos.
Con Condomines la razón fue, una vez más, "revolucionaria".
Ramón Villanueva, embajador, y Ricardo Peidró, embajador.
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