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Reportaje:

La pecera de Duran Lleida

El líder de Unió ha mantenido un nuevo pulso con sus socios de Convergència Democràtica sin romper la cristalería

Del mismo modo que Julio César, según Uderzo y Goscinny, los creadores de Astérix, conquistó la Gran Bretaña atacando a partir de las cinco de la tarde y durante el week-end, momentos en que los guerreros locales se dedicaban a tomar el té y a la jardinería, así Josep Antoni Duran Lleida se ganó fama de haber tomado las redacciones de los periódicos de los años ochenta y noventa: cuando los demás políticos descansaban, él, por sistema, atacaba para meter baza en esto y aquello. De chico quiso ser periodista, y desde entonces está convencido, no sin buena parte de razón, de que el oficio vive pendiente de los titulares. Y él, simplemente, los suministra, o trata de hacerlo, cuando los demás sestean. Javier Valenzuela, en su libro Mis viajes con ZP, ha contado que cuando, en noviembre de 2004, un terremoto sacudió el hotel de San José (Costa Rica) donde se alojaban los representantes de la XIV Cumbre Iberoamericana, el primero que alcanzó el vestíbulo y se puso a declarar a los medios fue Duran, impecable en su elegante pijama y el batín a juego (el seísmo se produjo de noche).

No se prodiga en salidas de tono. Que utilizara el término "cataplines" da cuenta de su enfado
De joven, quería ser periodista. Los medios de comunicación son una de sus obsesiones

No ha cambiado en todo este tiempo el líder de Unió: trabajador, tenaz, desconfiado, tímido, frío, distante, perseverante en sus creencias y posibilista a la hora de aplicarlas. Estas dos últimas cualidades, aprendidas de Jordi Pujol, a cuya sombra se forjó, han estado en el origen de los numerosos enfrentamientos que ha mantenido con sus socios de Convergència Democràtica. El último, esta misma semana, cuando el líder democristiano decidió aplazar su designación como cabeza de lista de CiU a los idus de marzo, si Artur Mas no atajaba antes el giro soberanista de su partido. Un aséptico comunicado de cinco puntos suscritos por las dos formaciones cerró la crisis el viernes. De momento.

De momento, porque la estrategia de Duran, desde los comienzos de su vida política, ha consistido siempre en desmarcarse de sus socios y mantener contra viento y marea un perfil democristiano propio, a pesar de los numerosísimos cantos de sirena de los nacionalistas, ya desde los tiempos de Pujol, para que la coalición termine felizmente en fusión. Jamás ha dado su brazo a torcer en esto. Brechtiano de espíritu, siempre ha temido al pez grande. Y precisamente para nadar a resguardo de él se ha construido una pecera a su medida.

¿Y cómo es esa pecera? Pues sólida, si hasta el momento, y pese a las turbulencias, no se ha resquebrajado. Una pecera de buen material homologado como es la ideología democristiana y que dota a Unió de una elasticidad que le permite, por ejemplo, mantenerse en Europa dentro del Partido Popular Europeo, cuando sus socios están con los liberales. Esa autonomía también ha permitido al pececillo declararse una y otra vez partidario de entrar en el Gobierno de España en determinadas condiciones, lo cual no ha dejado de encabritar a los convergentes. En cambio, Duran se aleja como de la peste de las tentaciones soberanistas: abomina del referéndum independentista propuesto por Carod para 2014, desconfía de la refundación del catalanismo alentada por Mas, no quiere ni oír hablar de la "casa común" del nacionalismo. Mejor cada uno en su pecera, cree él. Y Dios en la de todos.

Sobre creencias religiosas, sin embargo, ha sido siempre discreto. Nacido en Alcampell (Huesca) en 1952, inició su trayectoria colaborando con grupos católicos aragoneses en la lucha antifranquista. En la facultad de Derecho de Lleida, donde se licenció en 1974, el mismo año en que ingresaba en Unió, se identificó con el catolicismo social propugnado por la revista Cuadernos para el diálogo. Estas convicciones, trasladadas a la política, no han pasado de una genérica defensa de la familia -se casó en 1986, tiene tres hijas- y, eso sí, de una firme oposición al aborto. Siempre ha sido partidario, por ejemplo, del divorcio. En cuanto a la homosexualidad, piensa que las parejas tienen todo el derecho a regular legalmente su situación, aunque no acepta el matrimonio entre personas del mismo sexo. En otro orden de cosas, es un adicto a la política internacional. Sería sin duda un buen ministro de Exteriores, como en su día lo fue Piqué.

Duran cuida mucho su aspecto físico. Se levanta pronto, sobre las seis de la mañana, y pasa regularmente por el gimnasio. Le obsesiona la salud, aunque no tanto como para privarle de placeres a los que no está dispuesto a renunciar, como fumar buenos habanos o comer en El Portón, su restaurante preferido de Lleida. Cuando desconecta de su frenética actividad política, es, al decir de sus íntimos, una persona cálida y socialmente resultona. Le gustan los actos populares. Nada que ver con la frialdad distante de cuando ejerce la política. Precisamente, de esta última crisis con CDC lo que más ha sorprendido es que se indignara con sus socios de federación hasta el punto de decir que ellos, en Unió, no se tocan "los cataplines". No abundan en su currículo expresiones de semejante jaez, pero ésta seguramente le refuerza como líder indiscutido del partido, que lo es y bien que se encarga él de que no se le discuta. Eso lo aprendió del maestro Pujol: que nadie que tú no quieras se te meta en tu pecera. Mas no está en esa pecera, pero el liderazgo que ejerce en la de al lado ha abortado la idea del pospujolismo que tenía Duran y que formulaba con malicia, hace unos años: "Después de Convergència... Unió". De momento eso no ha ocurrido, pero no está previsto que él tire la toalla. Es más, nadie duda de que antes o después volverá a la carga. Asegurándose, por supuesto, de que la pecera siga íntegra.

Josep Antoni Duran Lleida.
Josep Antoni Duran Lleida.SCIAMMARELLA

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