"Gracias"
Pepu Hernández, el seleccionador, cree que "España mereció ganar" y lamenta la derrota por "toda esa gente que nos ha prestado su aliento"
Las caras eran todo un poema. Rostros desencajados entre los miembros de la selección española mientras se aguardaba a la entrega de los trofeos. Navarro, Reyes y Sergio Rodríguez, sentados, con las manos en el mentón y los ojos vidriosos. Marc Gasol, un poco alejado del resto, miraba al techo del pabellón y se mesaba el pelo con fuerza. Rudy Fernández, con los ojos entornados, rumiaba en su cabeza la derrota, lo que se pudo hacer y no se hizo. Lo que se pudo corregir y, al final, se dejó escapar.
Pepu Hernández, brazos en jarras, miraba por la pantalla del Palacio de los Deportes cómo entregaban el trofeo al jugador más valioso al ruso Kirilenko, su verdugo. Calderón, el mejor base y Pau Gasol, el mejor pívot. Amargos reconocimientos.
Se anunció el nombre de España como segundo mejor equipo del torneo, medalla de plata. La voz del locutor denotaba lamento. La afición, tras un primer instante de desconcierto, se repuso y se fundió en una sola voz: "¡España, España...!".
"Es el momento de dar las gracias", comenzó Pepu su intervención ante los medios de comunicación. "Gracias a toda esa gente que nos ha apoyado durante todo este tiempo, que se ha volcado con nosotros. Y a este grupo de jugadores", abundó. "Este equipo es muy importante. Quizás no debiera decirlo yo, pero es ejemplar en muchos aspectos. Para mí, sin ninguna duda, es el mejor de la historia del baloncesto español".
Pepu se mostraba tranquilo, con la flema y el temple que le caracterizan. La derrota, un palo muy gordo, había hecho mella, pero no había reproches ni lamentos. "España ha merecido ganar. Siempre merece ganar", dijo el técnico. "Aparte de la victoria, de este equipo emanan muchos otros valores. Nos habría gustado ofrecer este campeonato a toda esa gente que nos ha prestado su aliento. En ese sentido, la derrota es inconsolable", explicó; "pero el trabajo realizado ha sido magnífico y llevado al límite. Dentro de un tiempo, nos daremos cuenta de que esta selección es muy competitiva y tiene un magnífico futuro".
Pepu negó toda suerte de relajación o de exceso de presión ante los rusos. El seleccionador salió al paso de cualquier atisbo de crítica en ese sentido. "Sinceramente, creo que hemos manejado muy bien la euforia del entorno. No nos ha influido. La hemos controlado", afirmó al tiempo que aseguró que un partido perdido en estas circunstancias no iba a alterar su discurso. No era el momento de repasar errores puntuales ni jugadas decisivas. "Por supuesto que voy a pensar en los fallos que hemos cometido ante Rusia. Pero lo que no voy hacer es rasgarme las vestiduras en este momento", advirtió. "Lo que debemos hacer es reconocer esos fallos, analizarlos, apuntarlos y luego tratar de olvidarlos. Olvidarlos porque todos somos muy autocríticos, especialmente los jugadores. Y eso, a veces, no es bueno", matizó.
Carlos Jiménez, el capitán de la selección, coincidió con su entrenador y valoró la medalla de plata como un logro que en un futuro tendrá su debido reconocimiento. "Se nos pasará el disgusto por haber dejado escapar la victoria. Pero, con el tiempo, se valorará lo que hemos conseguido en este campeonato", señaló. "Nos ha separado sólo un punto de lo que queríamos todos, pero no se nos debe olvidar que lo hemos dado todo. No quiero que se pierda la perspectiva de que estas cosas pasan en el deporte, pero nuestro objetivo, que siempre ha sido luchar hasta el final, se ha cumplido", alegó el alero madrileño; "luego, hay pequeñas parcelas que no se pueden controlar y que no nos han beneficiado".
España no pudo cerrar ayer el círculo que una de las mejores generaciones del baloncesto nacional comenzó a esbozar en aquel Mundial júnior de Portugal de 1999. Una selección que desde entonces, y con la llegada de Pepu al banquillo, hace dos años, no ha parado de dar alegrías y se ha convertido en uno de los referentes más sólidos del deporte español. La de ayer fue una excepción en un cuadro que, según su entrenador, no cambiará ni su línea de trabajo ni la intensidad y el compromiso que le han llevado hasta cotas nunca vistas en el baloncesto nacional. "Hay una línea marcada por la Federación y por el cuerpo técnico que se va a mantener. No se debe dar ningún paso atrás", dijo Pepu; "sí pararnos para ver qué es lo mejorable y, sobre todo, seguir teniendo valores que transmitir".
Unos valores que han enganchado y que hacen que muchos seguidores se hayan sentido muy identificados durante estos dos años con estos jugadores, accesibles y siempre prestos a atenderlos. "Es tremendamente gratificante. Por eso la tristeza va también con ellos, que tanto nos han ayudado", añadió Pepu. "Y es muy bueno que se siga hablando de baloncesto. Pero no buscamos ningún tipo de comparación. Con nada ni con nadie", concluyó.
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