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EL CORNER INGLÉS | Fútbol
Columna
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Lo mejor es enemigo de lo bueno

Hace no mucho, la mayor aspiración de un técnico era ser seleccionador. Hoy no. El cargo sólo interesa a entrenadores semi retirados o de segunda fila. Si la Federación Española le propusiera a Rafa Benítez dejar el Liverpool, respondería con una carcajada o con un 'vuelvan a llamarme en 20 años'.

De los resultados de Inglaterra y España se extrae la misma lógica para los jugadores: se debería estudiar que los mejores jueguen sólo para sus clubes y los menos buenos o los mayores compitan para entrar en las selecciones. Todos saldrían ganando. Los clubes no tendrían que ver a sus estrellas regresar a casa lesionados; y las selecciones serían más competitivas. Todo tiene que ver con la gran verdad que el Madrid demostró la temporada pasada: lo principal no es jugar bien, sino tener ganas.

Inglaterra ganó el sábado pasado a Israel, un equipo siempre rocoso, y el miércoles a Rusia. La prensa inglesa, antes partidaria de destituir al seleccionador, Steve McClaren, se deshizo en elogios.

¿Cómo ocurrió el milagro? Nada que ver con McClaren, sino con que cuatro titulares -Gary Neville, Beckham, Lampard y Rooney- se lesionaran. Lampard y Rooney habían sido indiscutibles durante tres años. Y con razón. Pero esta vez su ausencia fue providencial. En lugar del medio apareció un tal Gareth Barry, del Aston Villa, que jugó como si su vida dependiera del resultado. Y en lugar de Rooney resucitó Emile Heskey, un armario descartado por el Liverpool y el Birmingham City que hoy milita en el Wigan.

España, en cambio, dispuso de todas sus estrellas ante Islandia y Letonia. Y no es posible que jugadores como Torres o Xavi se dejen la piel al principio de una temporada en la que tantas expectativas recaen sobre sus clubes. Por el mismo principio se explica que Escocia ganara a Francia esta semana.

Incluso los aficionados saldrían ganando si los jugadores estuvieran al nivel de los seleccionadores. Los hinchas más apasionados con su selección no son los del Manchester, el Chelsea o el Arsenal. Son los del Wigan y el Aston Villa. Lo mismo en España. Para un aficionado del Barça o Madrid un partido de la selección despierta dos reacciones: irritación por el parón liguero y preocupación por si uno de los suyos se lesiona.

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