"Contentos pero sin presumir"
Por ese masoquismo del que está hecha el alma humana, lo que más me atrae de las retransmisiones del fútbol por televisión es cuando enfocan los banquillos. El estado de ánimo de los suplentes muestra la caja negra del ánimo de los equipos. Los entrenadores tienden a ser más opacos, excepto casos muy conocidos a los que hay que poner en un primer plano el rostro y los gestos de Luis Aragonés, el seleccionador español. Su actuación en Islandia, retransmitida por Televisión Española, debiera ser tomada por algún director de escena, Gerardo Vera, pongo por caso, o por los guiñoles, para mostrar cómo se escenifica el aburrimiento, el cabreo, el hastío y la falta de respeto por la estética de lo que se hace en público.
Ante actuaciones así, por muy brillante que sea el juego del equipo (que no lo era) y por muy buenos que sean Juan Carlos Rivero y Alfredo Relaño (que lo son) en el uso del micrófono, uno se pasará la noche mirando qué hace Aragonés. Vi en Cuatro, pero seguro que salieron en todas las televisiones, esas imágenes de Aragonés repitiendo "qué coño Henry, qué coño Henry" como si fuera el subrayado de una broma que le hacía a sus chicos. Hasta cuando está feliz se le nota resabiado (pero no resabio), aturdido, enfadado consigo mismo.
Durante la retransmisión del partido de Oviedo, Rivero le comentó a Relaño que sorprendía ver a Aragonés tan abatido cuando el equipo estaba ganando. Y Relaño, que lleva años viendo rostros así, de personajes aturdidos por el propio peso de su importancia, le dijo: "Es que a lo mejor esa es su manera de mostrarse contento". A lo mejor.
Relaño recordó que este entrenador aturdido y cabreado suele decir, cuando tiene un éxito, que está "contento, pero sin presumir". Quizá sea un emblema, que luego le lleva a pedir silencio a sus futbolistas, que no se les ocurra empañar su silencio ensimismado e ingrato con una palabra de más. Denle un descanso, para que las retransmisiones de los partidos de la selección se puedan ver con cierto sosiego.
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