Monza se rinde al implacable Alonso
La victoria deja al español a tres puntos de Hamilton, segundo después de un impresionante adelantamiento a Raikkonen
Por si quedaban algunas dudas, Fernando Alonso las disipó todas ayer. Da lo mismo que el asturiano esté enfrentado a su equipo o que en McLaren las causas judiciales se acumulen hasta amenazar incluso su existencia. Todo eso no acaba siendo más que otro acicate para el piloto español que, a sus 26 años, no tiene en la cabeza otra cosa que ganar su tercer título mundial consecutivo. Nada logra perturbarle. Sabe el objetivo. Y éste no es otro que salir a la pista y plantear su batalla con la finalidad casi única de superar a su compañero de equipo, Lewis Hamilton. Alonso reforzó ayer sus aspiraciones cuando ganó por vez primera en Monza por delante del británico y del finlandés de Ferrari, Kimi Raikkonen. Faltan cuatro carreras y sólo tres puntos separan a Alonso del liderato. A estas alturas de campeonato, la experiencia juega a favor del asturiano, pero Hamilton expresó ayer en una sola maniobra que se batirá también por el título.
El asturiano se agranda ante las polémicas, pero la suerte también ha jugado su baza
Pese a la gran presión, McLaren logra el cuarto doblete del año ante Ferrari, relegado en casa
En las últimas cinco pruebas, el español le ha recortado 11 puntos de los 14 que el británico le llevaba después del Gran Premio de Francia. La presión parece poderle a Hamilton, mientras que Alonso ha demostrado reiteradamente que estas situaciones le motivan y le agrandan. Sin embargo, la suerte también ha jugado su baza. ¿Quién iba a imaginarse que, tras nueve carreras consecutivas en el podio y dos victorias -la tercera llegó después-, Hamilton iba a estrellarse dos veces en la misma carrera: en la cronometrada y en el trazado de Nürburgring? Allí, Alonso le arrebató 10 puntos gracias a su victoria. Y después, en Turquía, cuando se daba por hecho que Hamilton concluiría tercero por delante del español, el británico sufrió un pinchazo que le relegó el quinto puesto.
Está claro que al final lo que ha estado dando y quitando razones a los dos pilotos ha sido su calidad de conducción y su capacidad para abstraerse de todo lo demás. Alonso también ha sufrido problemas, y alguno mucho más incomprensible que Hamilton, como la pérdida de la pole-position en Hungría por sanción. "Es imposible acabar un Mundial sin incidentes", afirma Alonso con insistencia; "y Hamilton también debía tenerlos". El británico, en cualquier caso, está evidenciando un gran espíritu competitivo y de superación, incluso ante la contrariedad. Ayer volvió a demostrar que disputará el campeonato hasta llegar a Brasil. No se arrugó en absoluto cuando, tras el segundo repostaje, se encontró de golpe en tercera posición, por detrás de Raikkonen, que usó una estrategia de sólo una parada. Hamilton se lanzó como un cosaco y dos vueltas más tarde lanzó un ataque frontal, apuró su frenada en el final de recta, atacó al finlandés por el interior y le sobrepasó sin que el piloto de Ferrari se enterara.
¿Fue una cuestión de neumáticos? Posiblemente. Raikkonen llevaba ya 17 vueltas con los duros, mientras que Hamilton acababa de instalar los blandos. Pero el británico sabía que allí se estaba jugando el Mundial. Se exponía a quedar con un solo punto de ventaja sobre Alonso. Y ni se lo planteó. A cambio, nunca fue una amenaza para el español. "No hice la mejor salida", argumentó el británico, "pero al final de la recta me igualé a Alonso y Massa y estuve a punto de adelantar a Fernando, pero Felipe me empujó hacia el exterior y perdí la oportunidad de adelantar a Alonso".
Todo el fin de semana, Alonso se mostró como el piloto más rápido en Monza. Y para desespero de los aficionados ferraristas que llenaban el circuito, la carrera no hizo más que confirmar todos los pronósticos. El equipo italiano fracasó por completo. El brasileño Felipe Massa se vio forzado al abandono en la décima vuelta, tras repostar en la novena y tener que entrar de nuevo en el taller un giro más tarde, con evidentes problemas en el tren de suspensión trasero. Y Raikkonen pareció en condiciones de dar el golpe, tras repostar, pero la carga de gasolina y el desgaste de los neumáticos acabaron arruinando su estrategia. El fracaso de los bólidos rojos es de los que marcan época y obligará a los responsables de la escudería de Maranello a tomar serias medidas para frenar la caída en picado que están evidenciando sus coches en cuanto a prestaciones.
La prueba más evidente de la superioridad de McLaren fue el doblete que consiguieron sus bólidos, el cuarto de la temporada, tras los logrados en Malaisia, Mónaco y Estados Unidos. Pero, tal como ocurrió también en Montecarlo, esta vez Alonso cuadró el círculo al conseguir la pole, la vuelta rápida y la victoria. Su superioridad fue brutal. Y su victoria -la cuarta de la temporada y la 19ª de su carrera-, inapelable. Nadie pudo discutírsela. Ni Hamilton, que se tocó con Massa en la salida y se saltó una chicane para mantener su segunda posición, ni mucho menos los dos Ferrari. Monza se rindió finalmente a Alonso, que ganó la primera de las cinco finales que le quedaban; ahora le restan cuatro. Y su única preocupación es que el coche aguante y McLaren mantenga la igualdad de condiciones que les ha prometido a sus dos pilotos.
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