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Reportaje:Gimnasia | Campeonatos del Mundo

Deferr vuela de nuevo

El español logra la plata en suelo, el metal que tuvo que devolver en 2002 por su positivo por 'cannabis'

Amaya Iríbar

Para los que dudan de Gervasio Deferr, de su capacidad de sacrificio, de su entrenamiento horas y horas, de su sometimiento a la disciplina de un equipo, el bicampeón olímpico siempre tiene la misma respuesta: una medalla. Ayer lo volvió a hacer y, aun corto de entrenamiento, como siempre, a sus 26 años y dolorido en hombros y muñecas, consiguió la plata en suelo, la primera medalla de la gimnasia española en los Mundiales de Stuttgart, sólo por detrás del brasileño Diego Hypolito.

Esta plata reivindica al gimnasta español no sólo frente a los que le critican, sino ante sí mismo. Porque, aunque sus grandes triunfos los ha conseguido en el salto, él sabe, y el pequeño mundo de la gimnasia también, que su gran especialidad es este ejercicio de suelo, donde ya fue plata en los Europeos de 2000 y los Mundiales de 1999 y 2002, aunque tuvo que devolver la de estos últimos tras dar positivo por cannabis.

"Habría que tenerle todo el año compitiendo. Es ahí donde se crece", dice Hueto, su descubridor

Lo que diferencia a Deferr del resto de los gimnastas españoles es un cuerpo privilegiado -es difícil encontrar un gimnasta tan fuerte de piernas, con unos gemelos más voluminosos- y una cabeza a prueba de bomba cuando compite. "A Gervi habría que tenerle compitiendo todo el año porque se crece, le gusta estar ahí y saca el máximo de sí mismo", dice Alfredo Hueto, su descubridor cuando tenía cinco años y que ayer le siguió desde la grada con los nervios en un puño. Debe de ser verdad. Porque de la misma forma que, cuando las luces de las grandes competiciones se apagan, Gervi vuelve a Barcelona, le sale el espíritu rebelde y le cuesta meterse en el gimnasio, cuando llega la hora de la verdad, siempre responde.

Partía con una ventaja añadida. La ausencia de dos de sus grandes rivales: el campeón olímpico, el canadiense Kyle Shewfelt, y el rumano Marian Dragulescu, lesionados. También era consciente de que su nota era de medalla. Mientras se calentaba, vio cómo caían los primeros participantes.

Para algunos gimnastas, eso es lo más difícil. Salir tras los fallos de otros y no desconcentrarse. Para Deferr, no. Se le olvidó hasta el dolor. "Entre los nervios, la adrenalina y el Voltaren, ni me acordé de las muñecas ni de los hombros", dijo. Realizó su ejercicio sin titubeos, clavando todas las diagonales. Con los puños en alto se despidió de los 10.000 espectadores del Hanns-Martin-Schleyer Hall y se abrazó al seleccionador, Álvaro Montesinos, que le esperaba exultante.

Con la satisfacción del trabajo bien hecho, sólo quedaba esperar. Le adelantó Hypolito, que, aunque más impreciso, tiene un ejercicio con más dificultad. Con el nuevo código de puntuación, la nota de partida resulta determinante y la del brasileño vale dos décimas más.

Deferr sabe cuál es su próximo objetivo. Lo que no sabe es dónde se entrenará para conseguirlo. "Ahora tenemos 20 días de vacaciones. A la vuelta, hablaré con Álvaro. Si me tengo que ir a Madrid, me iré. Quiero una medalla en Pekín".

FINALES: Hombres: Suelo: 1. D. Hypolito (Bra.), 16.150 puntos. 2. G. Deferr, 15,950. 3. H. Mizutori (Jap.), 15,850. Potro con arcos: 1. Q. Xiao (Chin.), 16,300. Anillas: 1. Y. Chen, 16,700. Mujeres. Salto: 1. F. Cheng (Chin.), 15,937. Paralelas: 1. K. Semenova (Rus.), 16,350.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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