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Crónica:VUELTA 2007
Crónica
Texto informativo con interpretación

El mito de La Huesera

Los lagos de Covadonga examinan hoy al pelotón tras la tercera llegada al 'sprint', ganada por Bettini

A diferencia de los toreros, los ciclistas se prestan a la broma con facilidad. Aunque les espere un puñado de kilómetros, de subidas, de bajadas, de riesgo de caídas -ayer, a las mismas puertas de Luarca, Haimar Zubeldia casi se rompió una clavícula-, los ciclistas no suelen perder la sonrisa con facilidad.

Ayer, no. En el ascensor del hotel, cinco ciclistas del equipo Euskaltel bajaban serios hacia el autobús que les llevaría desde A Coruña hasta Viveiro, punto de partida de la tercera etapa de la Vuelta a España. Después, tres del Discovery salían casi en fila india; más tarde, dos de La Française de Jeux, finos y altos, descendían en silencio y se dirigían con la mirada fija al mostrador de la recepción.

Zubeldia se cayó y, al principio, se temió que se hubiera roto una clavícula. No fue así
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No era por la carrera hasta Luarca, con un repecho final después de tres pequeños puertos de montaña. En la cabeza de todos ellos estaban, sin duda, los Lagos de Covadonga, en los que finalizará la de hoy

Los Lagos tienen un aire mitológico en el ciclismo español. Se dude o no de que son el puerto más duro del país, los Lagos -una cita guadiana en la ronda española- concitan la atención, la fijan, y retratan el estado físico y anímico de los ciclistas.

Y, este año, los Lagos llegan de golpe, sin anestesia, después de tres etapas tranquilas, sólo alteradas ayer en los últimos 40 kilómetros, tras el puerto de Babia. Más que un examen, pareció una mirada profunda a los ánimos de cada cual.

La foto la sacaron el Euskaltel y el Quick Step, que rompieron el pelotón en tres pedazos. El problema para el Euskaltel fue que, en plena contrarreloj por equipos, se cayó Zubeldia y el conjunto vasco vio hundirse su estrategia, prevista para desgastar al pelotón y propiciar, quizás, una llegada triunfante de Samuel Sánchez, un asturiano afincado en Güeñes (Vizcaya), que tuvo que rendirse a la jerarquía de los sprinters.

Paolo Bettini, el más veterano (33 años), se llevó el gato al agua superando a Óscar Freire, que partió desde muy atrás y por el sitio equivocado, y a Alan Davis, que arrancó demasiado pronto.

Era el primer precio de los Lagos. Zubeldia dio con los huesos en el suelo y se duda de que hoy pueda llegar a La Huesera. Cruzó la meta de Luarca con 11 minutos de retraso y se fue directo al hospital. Según los médicos, su clavícula tenía mala pinta. Pero no se le rompió.

Los Lagos no decidirán la Vuelta. Es difícil que una carrera se decida en la cuarta etapa, pero, como decía Carlos Sastre, "se sabrá quién puede ganar la Vuelta, quién quiere ganarla o quién se limitará simplemente a pasar el trago de estos días", para preparar después el Mundial de Stuttgart.

Es decir, la foto de hoy será bastante nítida, aclaratoria y resumida de lo que puede pasar en la Vuelta. Los Lagos coronaron en 2005 a Eladio Jiménez cerrando hasta hoy una mitología que inició Marino Lejarreta en 1983.

El hecho de que, por razones medioambientales o deportivas, los Lagos aparezcan y desaparezcan de la hoja de ruta incrementa su fascinación. A falta de los larguísimos, y abundantes, puertos franceses, Covadonga es el punto de referencia de la Vuelta.

Una buena oportunidad para calibrar a los candidatos teóricos: Sánchez, Denis Menchov, Sastre, Óscar Pereiro... Porcentajes de hasta el 13%, con un promedio del 7,3% en los 12,6 kilómetros de ascensión, parecen un examen de selectividad exigente y exhaustivo para el pelotón. Algunos ya han acabado su trabajo. Tres sprints, tres ganadores distintos: un campeón del mundo, Bettini; un bicampeón del mundo, Freire, y uno que aspira a serlo, Daniel Bennati. Para otros, la Vuelta empieza hoy.

Bettini recibe la asistencia de un mecánico durante la etapa.
Bettini recibe la asistencia de un mecánico durante la etapa.EFE

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