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Reportaje:

Bruselas da luz a las bombillas europeas

La Comisión propone que se prorroguen los aranceles a las lámparas procedentes de China

Las bombillas de bajo consumo iluminan un nuevo capítulo comercial entre la Unión Europea y China. Aplazados hasta el año próximo episodios como el del textil, que ha copado páginas y páginas en la prensa, los focos se centran ahora sobre este luminoso producto. Bruselas propone ahora aplazar las medidas anti-dumping un año más.

En 2001, la Unión Europea impuso medidas impositivas sobre las bombillas de bajo coste procedentes de China. La iniciativa consiste en aplicar una tarifa del 66% sobre el precio de importación de estos productos. El objetivo de la Comisión era evitar la venta de bombillas a un coste menor que el de producción, práctica comercial conocida con el nombre de dumping.

La holandesa Philips y la alemana Siemens mantienen posturas distintas por la diferencia de intereses en el país asiático

La medida tenía una duración de cinco años, y ahora la Comisión propone que se aplace uno más. Con ello, pretende que la liberalización de la importación de bombillas chinas no funda a la industria europea del sector y le concede así un "periodo de transición".

La decisión de la Comisión, pese a ser consensuada, no ha estado exenta de debate. El comisario de Comercio, Peter Mandelson, era partidario de la prórroga; mientras que el responsable de Industria, Günter Verheugen, quería acabar ya con los aranceles.

Las divergencias no se han quedado en el seno del Colegio de Comisarios. También la industria europea mantiene serias diferencias. Philips, con el apoyo de General Electric y Havells Sylvania -y con gran parte de su producción en el país asiático, según Efe-, es partidaria de no prolongar los aranceles más tiempo. En cambio, Siemens, cuya filial Osram tiene menos intereses en Europa, defiende la prórroga.

Las bombillas de bajo coste procedentes de China suponen el 69% del mercado europeo. La industria del Viejo Continente apenas satisface un 25% de la demanda de la Unión.

En la polémica también han terciado las asociaciones ecologistas. WWF declaró el pasado martes que la propuesta de la Comisión era un paso atrás en la lucha contra el cambio climático. Bruselas, en cambio, afirma que con esta decisión se guarda el equilibrio entre el medioambiente y el comercio justo.

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