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Crónica:Vuelta 2007
Crónica
Texto informativo con interpretación

El velocista impuro

Bennati, que no se considera un 'sprinter', bate con holgura a Freire y Petacchi en la meta de Vigo

El kilómetro 25 creó el primer héroe, un asunto nada menor. El título le correspondió a Serafín Fernández, del Karpin Galicia. Casi nada en Vigo. Todo un toque de distinción. Toda una obligación. El kilómetro 78 dejó los dos primeros heridos de la carrera: el estadounidense Danielson tuvo que abandonar (la primera baja) y el italiano Cunego llegó malherido a la meta. Dos candidatos en el asfalto. El kilómetro 140 dejó el primer decepcionado, triste honor que le correspondió también a Serafín Martínez cuando fue devorado por un pelotón que ya miraba a la línea de llegada. El kilómetro 153,4 le regaló todos los honores a Daniele Bennati, un italiano de Arezzo que insiste cada vez que gana un sprint (y ya consiguió dos en el pasado Tour, Campos Elíseos incluido) en que él no es un velocista puro, que da para más, que pasa bien la media montaña, que puede ganar una gran clásica y que por lo tanto el seleccionador nacional italiano debería contar con él en el Mundial de Stuttgart.

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De vuelta

Bennati es un chico sincero. Cuando rememoraba en sala de prensa su sprint, reconocía que estos finales son los que más le gustan: que un equipo -no el suyo- ponga un ritmo altísimo en los últimos kilómetros y luego pillar la rueda buena en el momento oportuno. El sprint estaba trabajado por el Milram de Petacchi. Allí tiraba el equipo, con Erik Zabel de último lanzador, Freire por detrás, a su estilo natural. Falto de lanzadores, el santanderino busca los réditos de los trabajos ajenos, lee la carrera, estudia a los rivales y confía en su último golpe de riñón. Ayer se quedó demasiado atrás. Con Petacchi por delante, bien lanzado, se antojaba difícil la salida. "Lo intente por un lado, por el otro, pero...". Pero por la derecha, junto a las vallas, surgieron los 180 centímetros de Bennati, que dio la impresión de merendarse a su compatriota sin apuros, casi sin problemas. El velocista impuro se llevaba la primera etapa y el jersey oro de líder en un sprint demasiado sencillo. Freire lo intentó hasta el final, incluso derrotado desde que el italiano hincó el mentón en el manillar. Por aceleración, Freire superó en la meta a Petacchi, que ya dejó de pedalear cuando vio por delante el dorsal 112 de Bennati.

El primer gran duelo Petacchi-Freire lo ganó Bennati. Suele pasar en los primeros asaltos, un tanto anárquicos y sin un control demasiado exacto de las fuerzas de cada cual.

Benatti no será, si él lo dice, un velocista puro, pero sus triunfos principales los consigue al sprint. El chico quiere decir que es algo más que un velocista. Está por ver. Pero él va de sincero y con una dialéctica curiosa: "Al 99% creo que el año que viene correré en otro equipo. Pero no es oficial", dijo, por ejemplo. El chico utilizaba la triple tradición para mirar por la ventana, beber agua y sonreír. Más que un hombre feliz, parecía un hombre tranquilo. Freire asomaba un gesto de resignación, aquello de que lo que no puede ser, no puede ser... Pero podrá ser mañana en Santiago o pasado en Luarca. La historia acaba de comenzar con su triunfador, sus resignados, su héroe, sus heridos, su abandono y con todos los ciclistas oficialmente libres de sospecha (todos los controles previos han sido negativos).

Mientras tanto, al margen de la carrera, Johan Bruyneel medita una oferta para continuar en el ciclismo los próximos años. La oferta es del Astaná, que le permite formar su equipo, con sus ciclistas limpios y necesariamente con Alberto Contador. Aún no ha decidido su respuesta.

Bennati celebra su victoria ante Freire, a la derecha, en la primera etapa de la Vuelta.
Bennati celebra su victoria ante Freire, a la derecha, en la primera etapa de la Vuelta.EFE

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