Paquillo asalta la fábrica

Un atleta español apostó ayer por tomar al abordaje la línea que separa lo humano de lo imposible. Se llama Paquillo Fernández. Es la opción más firme de España para ganar un oro en los Campeonatos del Mundo. Y ayer explicó por boca de su entrenador, el mítico Robert Korzeniowski, las razones de su confianza, la fuente de su orgullo y el porqué de sus plumas de gallo de pelea. En el atletismo del siglo XXI, dijo el genio polaco, tetracampeón olímpico, la confianza en uno mismo sigue separando a los atletas de los campeones. "Sin amor propio, eres una persona ordinaria expuesta al peligro externo", resumió; "si te subestimas, no eres capaz de cruzar la línea de lo imposible. Alguien que se quiera mucho y respete a los demás tiene más fuerza y no se expone a un daño fácil. No es un amor propio incondicional. Es un amor con muchas condiciones. Crítico. Benéfico. Y eso lo tiene Paco".

"Osaka es grande, tiene polución y mucha gente. No hay ambiente de concentración"

"Tiene un amor propio que no es incondicional. Es crítico. Benéfico", le alaba su preparador

La pesadilla de todos los marchadores tiene nombre: Paquillo Fernández. La pesadilla de todos los marchadores tiene objetivo: el oro. La pesadilla, que ya ha ganado dos platas mundiales y una olímpica, ha preparado la final, que se disputa mañana, en Punta Umbría (Huelva), Polonia y Japón. ¿Qué carrera querría evitar a toda costa?, le preguntaron ayer a Juan Molina, bronce en los Mundiales de Helsinki 2005. Y el de Cieza, que es un atleta de ritmo, un marchador que siempre va de menos a más, contestó como quien predice un mal sueño: "Una carrera en la que tire Paquillo y se marche desde el principio".

El hombre de plata está ante su oportunidad de oro. Dice que tiene en sus piernas el récord del mundo. Se siente animado por su impresionante victoria de hace tres semanas en los Campeonatos de España, que guarda como fondo de pantalla de su ordenador. Y ha sido el último atleta español en llegar a Osaka, donde aterrizó ayer con el plan preparado, el inglés sobado y la lección china aprendida.

Paquillo, son los trucos de Korzeniowski, ha estado entrenándose con el equipo irlandés. "Hemos hecho una preparación muy buena", confirmó su pupilo. "Estoy confiado y con muchas ganas de competir. La aclimatación está siendo buena. Me he entrenado en una ciudad pequeña, con días de calor y de humedad. Estoy preparado para adaptarme a cualquier tipo de carrera", añadió.

"Llegamos a Japón el día 14", abundó su preparador. "Antes trabajamos con gran intensidad y volumen de ejercicios en Polonia. Aquí hemos ido de menos a más. Nos hemos ido a una ciudad pequeña porque Osaka es grande, tiene polución y mucha gente. No hay ambiente de concentración. Es una fábrica", continuó; "un atleta necesita estar aislado, centrarse antes de la prueba. Estuvimos con el equipo irlandés, que es muy pequeño, con un ambiente casi familiar y en una ciudad con el mismo clima que Osaka. Es lo ideal, lo perfecto: una ciudad de 200.000 habitantes con 500 personas a nuestro servicio porque toda la ciudad se movilizó para ayudarnos".

Frente a la fábrica; frente al calor y la humedad de Osaka; frente al madrugón de competir a las ocho de la mañana, con el estómago encharcado de agua y las ojeras colgadas de los ojos tras varias horas de calentamientos, Paquillo y la lección china.

Cuentan quienes le conocen bien que el marchador viajó en marzo a China para competir. Que allí se encontró con un calor espantoso y una humedad insufrible, como sucede en Osaka. Que allí compitió contra la armada china; contra el ecuatoriano Jefferson Pérez, oro olímpico y oro mundialista; contra el mexicano Eder Sánchez, la gran sensación de la marcha, y que sólo estuvo a punto de tirar la toalla cuando la organización cambió el horario del inicio de la prueba de las nueve a las siete y media de la mañana.

"Paquillo no quería competir porque no le gusta madrugar", confirmó su técnico; "me llamó a Polonia y le dije: '¿Sabes qué? Te fuiste a China para competir, no para quejarte de que los chinos quieren jugar contigo'. Y ganó. Significa que está preparado para cualquier tipo de clima y de táctica. Que aguanta levantarse a la misma hora que correrá aquí. Y que puede llevar bien la distancia con mucha presión".

Cuando Paquillo habla, sus compañeros callan. Su ascendente sobre la expedición española se demuestra en los detalles. Viste con un uniforme verde, como su entrenador, en contraste con el resto de los atletas, rojos de españolía. Comenta el peligro de los aires acondicionados como quien avisa de un enemigo conocido. Y se presenta ante la prensa con torería, dispuesto a recordar que él es el aventurero dispuesto a cruzar la línea de lo imposible.

"Competir con eso de que 'Paquillo tiene que ganar', 'Paquillo es favorito al oro...", se arrancó ayer; "llevo muchos años con esta rueda de prensa. Cada vez lo llevo mejor, pero es verdad que se nota un poco la presión porque, de lo contrario, no sería humano. Hablo muy seguro. ¡Claro! Hay que correr con cautela e inteligencia. La competición es dura. Hay posibilidades para intentar ganar. Estoy preparado".