Estupefacción
Leo con estupefacción (en EL PAÍS del 20 de agosto) lo que cobran los presidentes de las diputaciones catalanas, escandaloso por sí mismo, pero más aún teniendo en cuenta que en Cataluña existen también 41 consejos comarcales, un Gobierno de la Generalitat que se está descentralizando en un esbozo de vegueries y más de 900 municipios.
En un país como el nuestro, con una dilatada tradición geográfica y de planificación del territorio, es una vergüenza que a estas alturas nadie se atreva a afrontar el reto de racionalizar todo esto y suprimir alguna (o varias) de estas instituciones.
Me agradaría pensar que Montilla, con su hacer austero y silencioso, nos va a dar una sorpresa un día de estos anunciando que dentro de cinco años ya no habrá duplicidades de funciones entre instituciones, ni cargos para los amiguetes en las diputaciones, ni se gastará tanto dinero público en suculentos sueldos para mayor gloria de los cabecillas locales en sus pequeñas parcelas de poder.
Me gustaría pensar que dentro de cinco años vamos a ser un país un poco más serio.
