Todos pinchan
Hombros y orejas. Abres cualquier página taurina de Internet y no lees otra cosa. "Ponce y El Cid cortan tres orejas en Sanlúcar"; "El Fandi, con cuatro orejas, a hombros en Gijón"; "Castella corta cinco orejas y un rabo en Bèziers". Sólo por remitirnos a la última semana y a tres toreros que, casualmente, toreaban ayer en San Sebastián. Pero si uno sigue husmeando la información, más de una docena de toreros, en fechas y ferias variadas de España y Francia, no hacen más que cortar orejas y que subirse en los hombros de un paisano a proclamar sus triunfos ¿Qué está pasando? ¿Puede esto seguir así? Tal vez para bajar la ebullición, ayer en Illumbe dominó el silencio. Los Taberneros del Villar de los Álamos, cuyo nombre nos transporta al omphalos del ganado bravo no ayudaron de mucho, y los aceros mataron la tarde.
Pérez-Tabernero / Ponce, El Fandi, Castella
Toros de don Javier Pérez-Tabernero, desigualmente presentados, sosos y noble el 1º, bondadoso el 3º, flojo y manejable el 4º, brusco el 5º; mansearon el 2º y 6º. Enrique Ponce: 6 pinchazos y caída -aviso- (silencio); pinchazo y estocada -aviso- (saludos). David Fandila, El Fandi: 2 pinchazos, caída y descabello (silencio); 2 pinchazos y descabello (silencio). Sebastián Castella: 3 pinchazos, caída (saludos); 4 pinchazos, y descabello (silencio). Plaza de Illumbe, 14 de agosto. 3ª corrida de abono. Tres cuartos de entrada.
El público quería fiesta, como corresponde a la víspera de la Virgen, y comenzó, en el primero, aplaudiéndolo todo: verónicas con paso atrás de Ponce, chicuelinas al desaire de El Fandi, banderillas al comopuedas de la cuadrilla... En la muleta aplaudió -ya más frío- la muleta fría y sin arrugas de Ponce, hasta que en una serie, tela a la izquierda, desenfrió al toro y sacó calor rojo en los naturales. Siguió en la diestra y volvió la alegría de antes de la Virgen, ya menor tras el sexto pinchazo. El cuarto metía la cabeza, pero flojeaba, y los engaños del diestro lo llevaban prendido con su habitual dominio, mas no saltaba la chispa que prende el revuelo. Y se alargó mientras el público se premiaba a sí mismo con justas palmas por entender tanto. Le avisan mucho a Ponce, se alarga sin motivo.
Al segundo, que salió con hermoso galope, El Fandi, que es campeón de esquí, lo llevaba sinuoso en el capote, lo banderilleó a tres gustos: al cangrejo -corriendo hacia atrás-, al topillo -saliendo de dentro- y al león -de poder a poder. Al último tercio llegó el bicho huidizo, cabeceando, buscando... y David lo muleteó en tropel. Y así en el quinto, Babucha -nombre muy acertado-, que llevó palos fáciles y se plantó frente al burladero del 9, donde no dio mugido ni reburdeo sino un alarido seco de negro presagio. Luego aceptó su suerte, se fue a la muleta y la embistió. Eran las ocho menos diez y Fandila atropellaba el toreo entre achuchones.
Como siempre, Castella salió decidido a triunfar. Hizo el paseo tres metros por delante de sus compañeros. Dio al tercero dos verónicas bajas, vara medida -perdió el toro las manos- y banderillas con gritos y saludos de Curro Molina, mientras entraba el sol por la amplia grieta que desprotege al 8. Y entre tercios y medios, la muleta dulce y suelta a la embestida suelta y dulce de Clavijero, que llegó a trazar el redondo más natural de la temporada y se amplió en naturales y circulares por detrás hechos para toros santos. Pero al matar, pinchó. Como todos.
El último, Buenasnoches, nombre igualmente apropiadísimo, no le dejó resarcirse. Pese a las bajas verónicas, creciendo hasta la media lenta y la larga suspendida en el aire, la muleta cadenciosa de Castella, sólo en ocasiones consiguió que el toro dejase de dibujar, escarbando hacia atrás, misteriosas flechas en la arena.
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