Tormenta feroz
La Guardia Civil rescata a 300 menores de dos campamentos en el Pirineo de Huesca en medio de una tromba de agua
El campamento del Refugio de Pineta, en el pueblo pirenaico de Bielsa, ofrecía ayer por la tarde un aspecto fantasmagórico. En el lugar donde decenas de niños y adolescentes debían pasar unos días de vacaciones, en medio de un paraje natural soberbio, quedaban sólo los restos de una tremenda tromba de agua. Todo parecía haber sido abandonado a la carrera. Las tiendas de campaña, vacías. En el suelo, zapatillas y ropa llenas de barro. Y en el comedor podían verse aún tenedores, bolsas de plástico y restos de la cena que los jóvenes disfrutaban entre bromas cuando les sorprendió la tormenta, de las de verano.
La tempestad se inició antes de la medianoche y fue acompañada de intensas precipitaciones que anegaron la zona en la que acampaban los chavales, todos ellos miembros de un grupo juvenil de Fraga. Los 120 jóvenes fueron desalojados por orden de la directora de monitores, Beatriz Gómez: "Sabemos que siempre hay algún día de lluvia en verano, pero no tan fuerte. Era imposible dormir en esas condiciones, porque las tiendas estaban llenas de agua".
Tras avisar a los servicios de emergencias, la Guardia Civil de Huesca desalojó el campamento y trasladó a los niños hacia el polideportivo municipal de Bielsa. Llegaron bien entrada la madrugada y pasaron allí la noche. "Tuvimos que compartir los sacos de dormir, porque algunos se habían mojado", explicó David Casanova, un joven de 15 años que ayer por la tarde esperaba tranquilamente, sentado, la partida del autobús. Aunque debían permanecer de acampada hasta el próximo sábado, el incidente obligó a los monitores a adelantar el viaje de regreso a Fraga. "Es una pena porque nos vamos a perder las actividades más divertidas", se lamentaron Eva Pérez y Ana Vera, dos pizpiretas niñas de 13 años.
Muy cerca de allí, y a escasos kilómetros de la frontera con Francia, efectivos del instituto armado tuvieron que rescatar a cuatro ciudadanos franceses que quedaron atrapados dentro de un vehículo. El coche fue arrastrado por el agua del río Cinca, que registró una crecida importante debido a la tromba de agua caída en la zona.
Por la tarde, varios operarios se afanaban por reparar y acondicionar algunos de los numerosos cámpings que hay en esta zona, situada entre el parque natural de Ordesa y el Monte Perdido. El arrastre del agua arrancó varios árboles y dejó un escenario de barro en las áreas de acampada. Para los próximos días está previsto que puedan producirse nuevas precipitaciones, que podrían ser localmente fuertes.
Los campamentos de Bielsa no fueron los únicos afectados por la lluvia la madrugada del domingo al lunes. En los Llanos de Senarta, en el término municipal de Benasque, otros 180 niños tuvieron que ser desalojados como "medida de precaución". Se trata de un grupo de scouts de Francia, Albacete y Santander, así como grupos de turistas españoles y franceses.
Los truenos y relámpagos provocaron el pánico entre algunos de los críos, hasta el punto de que dos de adolescentes francesas tuvieron que ser atendidas por crisis de ansiedad. Ambas fueron trasladadas a un centro sanitario y una de ellas tuvo que ser atendida por una leve hipotermia, informaron fuentes de la Guardia Civil.
Pasada la medianoche se activó el plan de emergencias. Fuentes de la subdelegación del Gobierno en Huesca insistieron ayer en que "en ningún caso hubo peligro de sufrir inundaciones" y que los menores implicados "no sufrieron ningún daño".
Aun así, en la mente de algunos campistas que vivieron la tormenta estaba el recuerdo de la tragedia de Biescas. El 7 de agosto de 1996 -hace hoy exactamente 11 años-, un aguacero descomunal arrasó el cámping Las Nieves, en Huesca. Murieron 87 personas arrastradas por el agua, las piedras y el lodo.
"En verano siempre hay tormentas de este tipo por estas montañas", recordó Rodrigo Olmos, jefe del parque de bomberos de Benasque, que participó en el rescate de los menores.
El Ayuntamiento llevó autobuses hasta el cámping y alumbró el camino para que los niños llegaran al polideportivo municipal, donde recibieron mantas y bebidas calientes. Pasado el susto, sus monitores también decidieron adelantar el regreso a casa.
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