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Reportaje:

Mudanza de animales

El zoo de Viveros cierra hoy con una jornada de puertas abiertas y una mezcla de pena y alegría ante el nuevo Bioparc

Los visitantes tienen hoy la última oportunidad de ver hipopótamos, leones, jirafas, chimpancés, orangutanes o pelícanos en las veteranas instalaciones del zoo de los Jardines del Real, conocidos como Viveros. Allí se situó de forma provisional en 1965 y hoy cierra sus puertas.

Un movimiento liderado por su director, Ignacio Docavo, persiguió que el zoo se trasladara a otro lugar, donde los animales tuvieran más espacio. Un abuelo que paseaba ayer por allí con su nieto recordaba la recogida de firmas que tuvo lugar en 1994 para la construcción de un nuevo zoo. "Es el único manifiesto que he firmado en mi vida", expresa emocionado. "Ahora, unos años después, lo hemos conseguido", celebra. Pero deja claro que ha sido posible gracias al tesón del "profesor Docavo, que se merece un homenaje".

Lo que se ha conseguido es la construcción del Bioparc, un nuevo concepto de zoológico gestionado por la empresa Rain Forest y cuya apertura está prevista para el próximo otoño. Sus instalaciones, de 80.000 metros cuadrados, se encuentran en el Parque de Cabecera. Allí se representará el hábitat natural del África ecuatorial, la sabana africana y la isla de Madagascar, según explica Alejandro del Toro, director de Marketing de Bioparc Valencia. Además de los 35 animales de origen africano que viven en el zoo de Valencia, albergará más ejemplares de las mismas y de otras especies. "El atractivo no es el número de animales, sino lo que les rodea", apunta. "La combinación de vegetación y diseño permitirá al visitante introducirse en los diferentes ecosistemas, sin ver a los animales de forma estancada", explica Del Toro.

En el Bioparc se sentirán más cerca de su lugar originario animales como Pippo, un hipopótamo proveniente de los lagos y ríos africanos y que ahora vive en una alberca de menos de 20 metros cuadrados.

El traslado de los animales será progresivo y respetando los períodos de aclimatación, con una fase de aislamiento y otra de integración con los demás animales, como aclara Juan Fabregat, responsable del zoo, donde se construirá un museo de insectos con jardines.

Pero al Bioparc sólo irán las especies de origen africano. Los 40 animales restantes, algunos en peligro de extinción, los trasladarán a otros centros de España y de Europa. Uno de ellos es Boris, un orangután de Borneo, especie amenazada, que todavía no tiene un destino asignado. Él es uno de los animales más emblemáticos, como asegura Loles Carbonell, la veterinaria del zoo. La especialista apunta que las condiciones de salud y de alimentación del antiguo centro son adecuadas, pero que en el nuevo zoo "vivirán mejor por disponer de más espacio, como si se mudaran a un chalet".

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La idea la corroboraban ayer varios abuelos, un tipo de visitante habitual, que encontraban en el zoo un lugar para ir con sus nietos. "Aunque aquí los niños pasean a sus anchas, la tercera ciudad más importante de España se merecía un zoo a la altura", asegura uno de ellos, que viene desde Algemesí. Otros expresan su tristeza por el cierre del zoo. "Mi hija me pedía casi a diario que viniéramos y ahora traigo a mis nietos muy a menudo. Será mejor para los animales, pero es una pena", lamenta una vecina que vive cerca del zoo.

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