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DESDE MI SILLÓN | TOUR 2007
Columna
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El animal herido

No hay animal más peligroso que el animal herido. Y si encima ese animal es una fiera de presa que aúna en un solo cuerpo la astucia de un zorro, la fuerza de un caballo y el carácter de un león, entonces ya no hablemos. Entonces, más vale estar lejos si esa fiera empieza a agonizar y comienza a zarandearse agarrándose con sus espasmos al último hilo de vida.

Ése es Vinokúrov. Un animal, además, multifacético. Capaz de ganar en los Campos Elíseos en un arranque de potencia pura en el último kilómetro. Y capaz de ganar una contrarreloj como la de hace unos días, dura, larga, y con todos los elementos desatados en su contra, ¡qué más le dará! O también capaz de ganar toda una Vuelta a España, con todo el pelotón español desbocado en su contra. Y ganando en esa Vuelta, por ejemplo -como éste, ejemplos hay cientos- una etapa al sprint, como hizo en el exigente final de Lugo. O capaz de ser el máximo favorito para una carrera tan exigente como el Tour de Francia. Favorito porque todos los corredores le temen, porque su gran arma es que puede hacer daño en cualquier tipo de terreno.

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Vinokúrov ganó en un ataque de rabia. También lo hizo en la crono de Albi, pero una crono siempre es diferente, se va a tope desde el principio hasta el final y se lucha contra el tiempo, no exactamente contra los rivales. Y él, agresivo hasta más no poder como es, es de los que les gusta enseñar el diente a los contrincantes. Como volvió a hacer ayer.

Hay quien cree que aquella maldita caída que le reventó las rodillas nos privó del mejor Vinokúrov. Que le aniquiló, que enterró sus sueños de grandeza y que le hundió moralmente hasta el punto de que estuvo a punto de hacer la maleta y ver el Tour desde casa -cualquier otro corredor lo hubiese hecho-. Yo soy de la opinión contraria. Yo creo que gracias a aquella desafortunada caída estamos viendo lo mejor del gran kazajo: su casta. La que saca a relucir en cada una de sus acciones, y de la que tiene para dar y tomar.

Decía su doctora después de verle las rodillas que es un milagro que pueda pedalear. Yo no las he visto, pero le creo, no tengo ningún motivo para dudar. Pero se le olvidó añadir a la doctora que no es que sólo pedalee, sino que lo hace además muy rápido. Bueno... eso cuando puede.

Milagro hubiese sido si no hubiese tenido ningún día malo. Pero al final el kazajo terminó hincando la rodilla (nunca mejor dicho) anteayer. Milagros a Roma. Pero gracias a eso salió ayer enrabietado, buscando la fuga buena y esperando pacientemente a la última subida de la etapa. Y una vez allí sacó su casta a relucir para reivindicar que Vinokúrov, el animal herido, aún sigue vivo en el Tour.

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