_
_
_
_
Crónica:TOUR 2007
Crónica
Texto informativo con interpretación

El mistral se lleva a Moreau

Un abanico organizado por Vinokúrov, ya en forma, condena al campeón de Francia

Carlos Arribas

Las palabras, dice el dicho, se las lleva el viento, y a Christophe Moreau, se vio ayer, también. Noticia gorda. Dos razones: porque Moreau no es un cualquiera -subía sin cadena, asustaba en la montaña, se le teme en los Pirineos, marchaba sexto a 3m 18s de Rasmussen, a 43s de Valverde, y perdió 3m 20s más- y porque los abanicos no son precisamente una de las especialidades del Tour, ni tampoco, dicen los historiadores, del gran ciclismo. Recurso de Vuelta, decían los peyorativos, que añadían, por machacar que no quede, que la única aportación de Manolo Saiz a la historia del ciclismo era la elevación del abanico, maniobra defensiva, a los altares de la táctica ofensiva.

Las palabras, las frases. "¿Puede Moreau ganar el Tour?", se preguntaba el martes, qué lejos, L'Équipe. "No os fiéis, no os fiéis, que Vinokúrov es más peligroso habiendo perdido ocho minutos que yendo de líder", advirtió Pereiro, otro de la cofradía de los que consideran al kazajo un animal salvaje, más peligroso cuanto más herido. "A la guerra hay que ir preparado", resumió, ya en Montpellier, terminada la escabechina, Toni Colom, el lugarteniente mallorquín de Vinokúrov.

El viento, el mistral. Se veía venir el terremoto, y no sólo porque, pasado Arles de este a oeste, apacibles vacas de largos cuernos sesteando, los arrozales, las espigas, estuvieran inquietos, movidos por un viento que no encuentra oposición hacia el mar. El mistral, tierra hacia el mar, influyó, por supuesto, el viento lateral, que molesta más a los ciclistas que el frontal porque para protegerse hay que taparse ocupando la carretera a lo ancho. Como es bien sabido, la anchura de una vía es limitada, no así su longitud: si sopla de frente, uno detrás de otro los ciclistas tapándose pueden extenderse hasta donde la imaginación les deje; si sopla de lado, el último, a la cuneta, a la fila de atrás, a cortarse, a la soledad: la ley del abanico.

Había otros detalles. Uno es la misteriosa transferencia de personalidad, la herencia genética que no sólo afecta a los seres vivos, sino también a las sociedades que forman. Por ejemplo, a los equipos ciclistas. El Astana de 2007 está, en teoría, a mundos de distancia del que montó Saiz en 2006, pero camino de Montpellier, en la etapa más llana del Tour, hizo triunfar un abanico, lo que nunca consiguió en la grande boucle el maestro de Torrelavega.

Los genes de Vinokúrov, del campeón, el orgullo del Merckx que después de que Ocaña lo machacara en Orcières-Merlette 71 le obligó a una persecución de 250 kilómetros, infructuosa. Merckx y su grupo llegaron a Marsella con las calles vacías, sin vallas, dos horas antes de lo previsto. Ocaña llegó un par de minutos después. Medio pelotón, fuera de control. La ira de Merckx. La ira de Vinokúrov, capitán general. Se sabe que el ministro de Defensa de Kazajistán, y presidente de la federación de ciclismo, le envió un SMS a Biver ordenándole que promoviera a Klöden a líder; lo que no se sabe es si antes Vinokúrov le había enviado un SMS al ministro ordenándole que transmitiera sus órdenes. Lo que sí se sabe es que Vinokúrov se puso al frente con sus cosacos, un tal Ivanov, entre ellos, tremendo, en el kilómetro 112, una curva después del avituallamiento, un cambio de viento estudiado, y que minutos después el día se convirtió en un pandemónium de gritos, frenazos, angustias. Los kazajos cortando a la gente; los demás, colocándose, los gregarios fuertes, tipo Txente, Noval, cuidándose de sus jefes, tal Valverde, tal Contador. Y Moreau, en Babia.

Pobre Moreau, sobre quien recayó toda la ira ayer, cuando los vendajes de las rodillas del albino kazajo actuaron más como señales de guerra que como compresas curativas. Pobre Moreau, que se cayó en el kilómetro 31 y se rompió las zapatillas. Después se rompieron sus sueños. Diez kilómetros después de dejar cortado al campeón de Francia, quien guiado por Arrieta estaba a 1m 35s, Vinokúrov ordenó retirarse. Los equipos de sprinters tomaron el relevo. Condenaron la fuga de Florencio. Condenaron a Moreau. Entronizaron a Klöden, quien seguramente mañana se vista de amarillo tras la contrarreloj. Ganó la etapa, la décima más rápida de la historia, Hunter, del Barloworld, el primer surafricano que lo consigue.

El pelotón, ayer a la salida en el viejo puerto de Marsella.
El pelotón, ayer a la salida en el viejo puerto de Marsella.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_