Rodrigo Uría, un opositor al franquismo
Hace apenas dos semanas me llamó por teléfono Rodrigo Uría para darme las gracias por la referencia que de él se hace en mi libro Memoria democrática y para felicitarme por la reivindicación del papel que tuvieron, en la lucha contra el franquismo, la oposición burguesa y la derecha democrática. Me decía Rodrigo, con una cierta desazón, que nadie hablaba nunca de esa dimensión de su vida que era de la que se sentía más orgulloso. Le tranquilicé diciéndole que la omisión nada tenía de personal, sino que correspondía al destino de silencio decretado en la transición que nos había alcanzado a todos. Destino que ha seguido operando hasta hoy y que ha condicionado el contenido de todas las informaciones necrológicas que se le han dedicado, incluyendo las de este periódico. Lo que es injusto, porque Uría Meruéndano tuvo una intervención considerable tanto en la implantación del europeísmo en España, a través principalmente de la Asociación Española de Cooperación Europea (AECE), desde su trabajo pionero como joven cachorro, agitador incansable -conjuntamente con José Pedro Pérez Llorca, Fernando López Agudín y tantos otros- de la afirmación de la España democrática en la Europa democrática, hasta su función, en asociación con Carlos Brú y Fernando Álvarez de Miranda, de nexo capital entre los demócratas europeos españoles y los de otros países.
Rodrigo Uría fue también decisivo en la movilización antifranquista de la intelligentsia española de los años sesenta, donde su valentía y disponibilidad, así como sus relaciones privilegiadas con Pedro Laín / Dionisio Ridruejo y sus amigos, al igual que, más tarde, su condición de abogado, hicieron posible muchas acciones -CEISA, la Escuela Crítica de Ciencias Sociales; los Cursos sobre Cine y Sociedad; el Taller de Urbanismo; el Seminario permanente sobre Ideologías, etcétera- que sin él hubieran sido más difícilmente practicables. Ocultar-silenciar todas estas contribuciones de Rodrigo Uría a la democratización de España es amputar gravemente su biografía. Lo que seguirá sucediendo hasta que dispongamos de una Enciclopedia que, más allá de los censos y de las censuras de los partidos, incluya a todos los luchadores por la democracia, informe a sus futuros biógrafos.
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