La maldición de Astana
La primera etapa de media montaña acaba con derrota de Freire y caídas de Vinokúrov, que perdió 1.20m, y Klöden
La chardonnay de Chablis es única porque los viñedos, esbeltas hileras alambradas y calentadas por el suave sol del suroeste, hunden sus raíces en unos suelos pedregosos fertilizados por los fósiles jurásicos de grandes cantidades de ostras. ¡Caray, ostras del tiempo de la extinción de los dinosaurios!, exclamaban incrédulos decenas de seguidores en la salida de la etapa, intentando encontrar rastros del rico molusco. Mientras, los ciclistas, alrededor, iban y venían, sin parar, en complejas y sincronizadas procesiones del control de firmas al autobús y viceversa. Imposible tarea, por otra parte: la ostra, la salinidad, el mar, no aparecían por ninguna parte. Afán quizás tan imposible como la búsqueda de una crónica de la etapa del Tour en L'Équipe, el diario organizador de la carrera, aroma a Blondin, Goddet o Brunel. Y los agoreros, los sabios del ciclismo actual, añadirían: tan imposible como encontrar en los campeones del siglo XXI, los cracks de la química, la farmacia ambulante y la bolsa de sangre congelada, rastro del territorio de leyenda, de la épica, el espacio mítico en el que el Tour hunde sus raíces centenarias.
"Me equivoqué de rueda y elegí la de Zabel, que luego no iba nada", dijo el esprinter español
Exageran, claro. O quizás no vieron la etapa de ayer, la travesía de los bosques del Morvan, donde cada curva es una invitación a la emboscada, cada ascenso un sudor, cada descenso un horror.
Quizás, si la hubieran visto, habrían apreciado rastros de dinosaurios, de Pottier, de Vietto, de Ocaña, en el dolor, la soledad, la soberbia de Vinokúrov, el líder del Astana, el favorito del Tour, el héroe herido, que se cayó a 23 kilómetros de la llegada y se negó a rendirse (perdió 1.20 minutos). Y olor a trilobites o mamut en la llegada. Dos cracks de la Milán-San Remo en una meta del Tour, la classicissima en el centro de Francia, en la Borgoña, la tierra de la vaca charolesa. El ganador en San Remo 2006, Pozzato, contra el ganador de 2007 (y 2004), Freire, cara a cara tras el vertiginoso (y peligroso) descenso de un puerto de tercera. Perdió Freire, que anda mejor de piernas y peor del forúnculo -definitivamente, vista su persistencia y malevolencia, macho- y que metió los riñones una décima más tarde que el principito italiano, rizos de querubín e instinto de killer.
El ciclismo, el Tour, es leyenda y es literatura, es la recreación en palabras de hechos únicos. El ciclismo es periodismo. En L'Équipe han decidido no publicar crónicas de las etapas del Tour porque, consideran sus responsables, dado que uno no se puede fiar de nadie -acuérdense de Landis, el mito de Morzine 2006- no tiene sentido engrandecer, mitificar, convertir a traposos en caballeros de cantares de gesta a gentuza que al día siguiente te da un disgusto. En su lugar, contribuyendo, así, a la tarea autodestructiva, suicida, que con tanto éxito persiguen todos los actores del ciclismo, se dedica a publicar entrevistas, declaraciones y anécdotas de aquellos a quienes considera amigos, limpios y guapos, seguramente porque nunca ganan. Así, no costaría ningún trabajo resumir lo acaecido ayer en un parte de hospital, tal que de esta manera: muchas caídas -mal asfalto, curvas contraperaltadas, mucha velocidad, problemas mecánicos-, que afectaron a al menos ocho corredores -entre ellos, Mayo, Sastre, Noval, Lequatre-, con dos especialmente importantes y dañinas: la de Andréas Klöden, que se cayó de rabadilla y sufre, por lo menos, una fisura en el coxis, hueso que ya se había fracturado hace tres años, y la de su compañero de equipo Vinokúrov, quien, tras rompérsele la cadena, dio una vuelta de campana en el aire y cayó de rodillas: se teme una herida profunda en ambas articulaciones. A ello se le podrían añadir un par de declaraciones. "Me equivoqué de rueda y elegí la de Zabel, que luego no iba nada" (Freire). "Los de la UCI no señalan con el dedo hablando de hombres de negro, pero lo que hemos tenido de verdad ha sido un día negro" (Marc Biver, patrón del Astana, equipo de Klöden y Vinokúrov, que, quizás, perdió de una tacada a sus dos favoritos). Pero, entonces, ¿dónde metemos el sudor, el dolor, el ciclismo?
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