El primer encierro limpio
Un jabonero, protagonista de la carrera de ayer, en la que no hubo cornadas
Pamplona vivió por fin un encierro limpio. Sin cornadas, sin agobios, sin retrasos. Y a pesar de ello, siete corredores fueron trasladados a hospitales a consecuencia de los golpes y las caídas que inevitablemente cada mañana se producen en las calles por donde discurre la carrera. Casi todos ellos leves.
El tercer encierro tuvo un protagonista: Jurista, de 645 kilos, un jabonero de Fuente Ymbro, extraño y bello animal, que tenía a todos los mozos atentos para evitar confusiones con los cabestros. Y no defraudó.
La manada salió rapidísima cuesta de Santo Domingo arriba. Y sin retrasos. Se notó muchísimo la disminución de personas en el recorrido. Había sitio para correr. Se veía el suelo. Los de Fuente Ymbro subieron hasta la plaza del Ayuntamiento en un abrir y cerrar de ojos. Estirados, con Jurista camuflado entre varios cabestros de su mismo color, sin sobresalir. En la cuesta se produjo el primer herido. P. R. C., de 50 años, castellonense, sufrió una luxación en el hombro derecho con pronóstico menos grave y fue trasladado al hospital Virgen del Camino.
Algunos mozos de Pamplona comentaban ayer cómo va cambiando la carrera poco a poco. Resulta que en el extremo más alto de Santo Domingo se congrega un nutrido grupo de corredores estadounidenses y de otras nacionalidades, muy cerca del lugar donde el joven de 23 años Matthew Peter Tasio murió el 13 de julio de 1995 corneado fulminantemente en el corazón por el toro Castellano, de Torrestrella. Este grupo corea cuando ya el primer cohete está en el aire "Oé, oé, oé... oé" y ejecuta palmas con gran estruendo. Es un momento muy tenso, casi sagrado. Pero el cántico de este grupo altera el momento, lo frivoliza y transforma en una suerte de grada deportiva. Es lo que hay. En pocos segundos se apaga. Lo poco que tardaron los Fuente Ymbro en llegar a Mercaderes provocando la caída y traslado al hospital de J. M. B. R, de 32 años, de Ansoain (Navarra), con una herida en el cuero cabelludo; o la de J. L. C. A., de 45, de Guadalajara, con traumatismo craneoencefálico de pronóstico leve.
Jurista ya iba en cabeza, aunque demasiado deprisa. Rompió la magia del antideslizante y se cayó en la curva de Estafeta, y con él, casi todos los demás. Adiós al invento. Ayer falló, aunque sin mayores consecuencias.
La torada se estiró con varios morlacos en cabeza, los cabestros y el resto, detrás. En la primera mitad de la calle se notó que la velocidad de los animales era tremenda. La cosa se frenó al final de Estafeta. En esta calle resultó herido R. M. M., de 29 años, vecino de Madrid, que padeció un traumatismo craneoencefálico. Y como los toros no se cayeron, la carrera no tuvo más historia que la de ver el discurrir de valientes mozos por el tramo del callejón a escasos centímetros de las astas.
Paradójicamente, el descenso de corredores no evitó que se produjeran caídas peligrosas en el interior del callejón, en el que R. H. T., estadounidense de 30 años, sufrió un traumatismo en un codo. Al hospital Virgen del Camino fue evacuado R. P. S., de 26 años, vecino de Estella, que presentaba un fuerte pisotón en el glúteo. Su pronóstico era leve.
Los toros desfilaron por el redondel directos a corrales, sin dignarse a mirar siquiera a los pocos corredores que ayer poblaban la arena. La misma en la que el pasado domingo dos patas descamisados quisieron hacer un rodeo con un miura de nombre Caramelo. Ambos, dos jóvenes de nacionalidad húngara de 34 años de edad, han sido identificados y multados por la Policía Foral con 150 euros cada uno por tocar al toro y 150 euros por grabarlo con una cámara de vídeo. Una inconsciencia que les ha salido cara.
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