Los Simpson pasan pantalla
Son amarillos, viven en Springfield y se han convertido en unos de los seres más longevos y universales de la televisión. Su salto al cine será uno de los estrenos del verano. Su creador, Matt Groening, desvela algunos secretos del proyecto
"No me descargaré ilegalmente esta película". Bart Simpson copia la frase en su pizarra como castigo al comienzo de lo que apunta ser uno de los grandes acontecimientos cinematográficos del verano. Matt Groening, creador de los inmortales personajes, y Al Jean, productor ejecutivo de la serie desde sus mismos orígenes, hace ya casi veinte años, presentaron ayer, en una sala de cine de Madrid, los primeros diez minutos de Los Simpson. La película. Un proyecto manejado en el más absoluto secreto que llegará a las pantallas españolas el próximo 26 de julio.
El acto sirvió para abrir boca, pero el breve menú ofreció un generoso banquete de alicientes: la famosa sintonía de la serie televisiva reinterpretada por Green Day, un arrebato místico-apocalíptico sufrido por el abuelo Abe Simpson y un desnudo integral de Bart, que acaba amargando un pío ágape de Ned Flanders y sus hijos, se concentran, entre gags veloces y guiños para el fan, en el frenético arranque de la película.
"Nos hemos impuesto la exigencia de ofrecer al público algo que no haya visto en televisión", comenta Groening, de 53 años. "Los temas que tratamos son un poco más maduros. Lo divertido de hacer una película es que no tienes que acelerar la narrativa: puedes tomarte tu tiempo. Por ejemplo, la escena en la que Bart practica skate completamente desnudo se podría haber hecho en la serie, pero hubiese durado 10 segundos. En televisión tienes que ir corriendo hacia el siguiente chiste; en el cine, cada chiste puede crecer y desarrollar su propia complejidad".
En el episodio 138 de la serie, Groening se dibujó a sí mismo como un viejo sureño, con un parche en el ojo, una cicatriz en la frente y el cráneo rasurado: un avinagrado fanático de las armas que poco tiene que ver con el afable creador que reconoce sentirse en deuda con Walt Disney. "Las orejas de Mickey Mouse me enseñaron a crear personajes fácilmente reconocibles por su corte de pelo", dice.
Antes de tener su propia serie televisiva en 1989, Los Simpson nacieron, en 1987, como personajes de tira animada de 15 segundos en El show de Tracey Ullman. Ya entonces el responsable de la animación era David Silverman, que ahora se encarga de dirigir la película.
Con el tiempo, en el universo de Springfield se ha demostrado que los dibujos animados pueden servir para componer una suerte de balzaquiana Comedia humana de la contemporaneidad. "Ahora tenemos 300 personajes fijos en la serie, y lo que me sorprende es que el público conoce a cada uno y quiere saber qué va siendo de ellos", explica Groening. "Quiero hacer un spin-off [serie derivada] de Los Simpson con los personajes secundarios de Springfield, pero no tenemos tiempo para hacerlo".
Uno de los secretos del éxito de Los Simpson está en su equipo de guionistas, que, como cuenta la leyenda, son reclutados en las mejores universidades de Estados Unidos. Según Al Jean, antiguo alumno de Harvard, "la leyenda es absolutamente cierta, pero no es algo que tenga que ver con sus diplomas, sino con el hecho de que son gente realmente divertida". "Nuestras decisiones tienen que ver con la calidad de los guiones que son capaces de escribir", añade, "no con su expediente académico".
El actual estado de salud de la animación televisiva para adultos se debe a la consolidación de Los Simpson como fenómeno global. Aunque su trayectoria, como recuerda Al Jean, no se ha visto libre de polémicas: "En la 13ª temporada tuvimos un episodio en el que Homer se convertía en un adicto a la marihuana tras emplearla por prescripción médica. La Fox tenía miedo de las reacciones, pero no pasó nada. Sin embargo, en otro episodio, Los Simpson se iban a Brasil y la ciudad de Río de Janeiro nos quiso demandar por la descripción que hacíamos del lugar".
La franquicia también se ha distinguido por su buen gusto y cuidado a la hora de comercializar su merchandising, pero el mercado pirata no ha dejado de proporcionar sorpresas: "Hace cuatro años, en Barcelona, encontré papel de fumar decorado con la efigie de Bart. Por supuesto, era un producto pirata, pero compré unas cuantas cajas para regalárselas a Matt", recuerda el productor.
Groening ya está preparando cuatro películas de la serie Futurama, que aparecerán directamente en DVD. Cancelada en su día, Futurama regresa por la puerta grande a petición de los fans. En el compás de espera, Los Simpson tendrán que lidiar en cartelera con los mismísimos Transformers: "En cierto sentido, nuestra película es también un comentario irónico sobre las grandes superproducciones del verano: hay grandes explosiones, situaciones apocalípticas... En suma, todo lo que excita al público", concluye Groening.
El omnívoro creador de los seres amarillos
El universo de Los Simpson es el perfecto reflejo de la naturaleza omnívora de su creador, Matt Groening, un tipo formado en la contracultura que ha conquistado las más altas cimas del triunfo mayoritario. Melómano impenitente, se declara interesado "por el flamenco, el canto tirolés y el country, los artistas outsiders como Daniel Johnston y todo tipo de sonidos inusuales". Como regalo para los iniciados en este tipo de filias sonoras, ha incluido en la banda sonora de la película "cantos guturales de los inuits, que en su cultura se emplean como un juego de cortejo".
La gran frustración del artista es "no haber tenido talento para la música", pero, en cierto sentido, ha encontrado un modo de resarcirse al ejercer como voz solista en la Rock Bottom Remainders, banda de versiones de la que forma parte junto a escritores como Stephen King, Scott Turow o Amy Tan.
Otra de sus pasiones es la literatura. Ha logrado, por ejemplo, que el esquivo escritor Thomas Pynchon participase en dos ocasiones como secundario en la serie: "Siempre lo hemos tenido que dibujar con una bolsa de papel cubriéndole la cabeza, para preservar su intimidad". No es raro que intentase reclutar al mismísimo J. D. Salinger: "La respuesta de su agente fue '¿estáis
locos?".
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