Ganar no cansa jamás
La celebración del Sevilla por la Copa del Rey coincide con la del ascenso a Segunda del filial
Hay muchos sevillistas que no se atreven ni a abrir lo ojos, no vaya a ser que todo lo que ha pasado en los últimos trece meses no sea de verdad. Y es que nadie se podía imaginar que en ese periodo de tiempo el Sevilla iba a pasear cuatro copas por las calles de la ciudad ante decenas de miles de sus seguidores.
La última, la Copa del Rey, llegó en tren. Y el ritual volvió a repetirse. Los sevillistas se echaron a la calle para celebrar el título y, de paso, el ascenso del filial a Segunda. El equipo llegó a la estación de Santa Justa a las 21.30 y allí se montó en el autobús que le llevó hasta el Sánchez Pizjuán.
La primera cita de la noche fue con los jugadores del filial, que les esperaban encaramados en otro autobús. Ante el delirio de los aficionados, el encuentro de las dos plantillas se produjo a las 22.10 en la confluencia de dos de las principales avenidas de la ciudad, Luis de Morales y Eduardo Dato. En ese momento, empezó a retumbar el himno del centenario, compuesto por El Arrebato, letra que gritaron y cantaron jugadores y público.
Cuando se cruzaron ambos equipos, el capitán del Sevilla, Javi Navarro, exhibió orgulloso la última copa conquistada junto al defensa David Castedo, quien ha puesto final a su carrera en club de Nervión. El equipo filial, mientras, celebraba con igual entusiasmo el título de los mayores que su ascenso. Y el público alternaba los gritos por la copa -"Campeones", "la copa ya está aquí"- con la alegría por la gesta del Sevilla Atlético -"A Segunda, oé"-.
La alegría, una vez más, se desbordó. No en vano es el primer título que ha logrado en suelo español el equipo dirigido por Juande Ramos. Pero ganar no cansa. Ni celebrarlo. A pesar de los miles de personas que se pegaron una verdadera paliza para viajar hasta Madrid -más de la mitad de ellos sin entrada, tan sólo para estar allí, cerca de donde se estaba disputando el trofeo- y el calor pegajoso que se vivía ayer en Sevilla, no se podía ni andar a las puertas de la estación de Santa Justa.
Uno de los más felices con la promoción del equipo filial era el director deportivo del club de Nervión, Ramón Rodríguez Monchi, para el que se le abre la posibilidad de rodar a los meritorios en una competición con una exigencia muy similar a la del primer equipo. "Siempre es bueno tener un equipo filial lo más alto posible, tanto por los canteranos como para el rodaje de algunos fichajes", sostuvo Monchi.
El plan de viaje de los sevillistas sí que incluyó la correspondiente visita a la catedral para ofrecer el trofeo a la patrona de la ciudad, la Virgen de los Reyes, y posteriormente al Ayuntamiento, desde cuyas ventanas a la Plaza de San Francisco, tanto el presidente, José María del Nido, como Javi Navarro prometieron más ilusión y más triunfos para el curso próximo.
El fin de fiesta, como también se ha convertido ya en algo tradicionalmente agradable para los aficionados sevillistas, tuvo como escenario el propio estadio Ramón Sánchez Pizjuán, donde uno por uno, los jugadores fueron agasajados por los aficionados.
El único que se perdió la fiesta de ayer en Sevilla fue el brasileño Daniel Alves, que regreso de inmediato a la concentración de la selección brasileña en Venezuela a la espera del primer partido en la Copa América del combinado amarillo, el próximo día 27.
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