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Entrevista:RAFAEL NADAL | Triple campeón de Roland Garros

"No se puede vivir del pasado"

Rafael Nadal es estos días un tenista colgado de unas ojeras. El domingo, cuando se proclamó campeón de Roland Garros por tercera vez consecutiva, acudió a una recepción en la embajada española en París. Luego, cenó con los suyos en el exclusivo L'Avenue, un restaurante de dos pisos que ocupa toda una esquina de la céntrica avenida Montaigne. Dentro, su familia, sus amigos y algunos periodistas disfrutaban de un servicio impecable mientras celebraban con champaña su éxito. La noche se cerró en una discoteca pasadas las cinco de la madrugada. Los Nadal, sin embargo, se distinguen por cuidar con mimo los detalles. Por trabajar duro. Y por ser un equipo profesionalizado al máximo: Nadal madrugó ayer para ir al hospital.

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El tricampeón español jugó la final de Roland Garros con un problema en el tobillo derecho. La lesión, "que no preocupa", según fuentes de su entorno, no fue hecha pública aunque la arrastraba desde el lunes. Siendo un tenista que tanto presume de su exuberancia física, nadie quería dar esperanzas a los rivales. Una vez ganado el torneo, Nadal se quitó las legañas para presentarse ayer al mediodía en un centro sanitario parisiense, en el que se sometió a una resonancia magnética, en compañía del doctor Cotorro, médico de la federación española. "Queríamos quedarnos tranquilos", explicó éste, que recomendó al mallorquín tratarse con ultrasonidos, fisioterapia y magnetoterapia durante su estancia en Inglaterra, donde disputa desde hoy el torneo de Queens. "No es importante", insistió el médico. "Tiene un poco inflamado el ligamento", añadió. Y Nadal, tranquilizado, se dirigió al corazón de París.

Allí le esperaba una comida en el Café de L'Homme. La torre Eiffel, como telón de fondo a su paseo a media carrera. Y una legión de fotógrafos y cámaras de televisión que inmortalizaron al ganador de Roland Garros con la Copa de los Mosqueteros. Nadal es un creador de tumultos. Le siguen niños, adultos, turistas y vendedores ambulantes. El chico, además, es un mago de las relaciones públicas. Mientras comía, dos policías discutían con el conductor de su furgoneta. Le recriminaban que estuviera mal aparcado. Apareció Nadal. Se montó la marimorena. Y los gendarmes acabaron pidiéndole que se hiciera una foto con ellos. Lo mismo hizo la decena larga de niños que le persiguieron a la carrera por el Trocadero. Ahí, rodeado de admiradores, montado en una furgoneta y entre gritos de "¡que no llegamos!, ¡que lo perdemos!" -tenía que coger un tren desde la estación del Norte hasta Londres-, Nadal atendió a este periódico.

Pregunta. ¿Cómo se vive el día siguiente a la victoria? ¿Le ha dado tiempo de asimilar su tercer Roland Garros?

Respuesta. La verdad es que ha pasado poco tiempo y prácticamente no he podido parar. He estado todo el rato de un lado para otro desde que terminé la final. Estoy bien. Hoy

ya estaré un poco más tranquilo y espero poder entrenarme un poco cuando llegue a Londres. Media horita o lo que me dé el cuerpo. Quiero entrenarme en hierba y disfrutar de lo conseguido.

P. ¿De verdad que quiere entrenarse nada más llegar a Londres?

R. Si puedo, sí.

P. Llegó usted a París diciendo que se sentía cansado de la rutina, de tantos entrenamientos y tantos partidos. ¿Tuvo algún momento especialmente duro durante el torneo?

R. Los primeros días son siempre los más difíciles. Pasé tensión. Después, antes de la final contra Federer, también.

P. Todo el mundo le daba como favorito claro. Desde el primer día se comparó su marcha con la del sueco Bjorn Borg, ganador seis veces en París. ¿Tuvo dudas en algún momento del torneo?

R. Claro que uno tiene dudas. Las tiene todo el mundo. Las dudas son parte del juego y del deporte. Cuando vienes a un torneo que es importante para ti, lo normal es tener dudas. Al principio, en los tres primeros partidos, no jugué muy bien. Era normal. Nunca había jugado bien esos tres primeros partidos. Había jugado muy bien las últimas semanas antes de llegar aquí. Eso lo tenía muy cerca y sabía que tenía que pasar esos primeros días de nervios para intentar después volver a jugar al mejor nivel. Después me he quedado bastante contento.

P. Ha vuelto usted a ganar una final a Roger Federer. Encabeza la clasificación [race] de los mejores tenistas en función de los resultados del año. ¿Se siente más cerca del número uno?

R. Más cerca, no. Es la primera vez que estoy como número uno de la race. Con un poquito de ventaja, no mucha. Falta muchísimo año y vienen todos los torneos que son más favorables para Roger. Mi objetivo... Pase lo que pase, habré hecho ya una gran temporada. Intentaré seguir mejorando día a día y continuar haciendo buenos resultados en esta segunda parte del curso.

P. El público de París ha tenido una relación muy peculiar con usted. Apoyó más a Federer. El domingo, sin embargo, la pista Phillipe Chatrier celebró su victoria. ¿Se le ha entregado al fin París?

R. Bueno, no es el sitio en el que más me animan del mundo, pero nunca me han hecho ningún feo. Entiendo que durante la final el público estuviera más con Federer, que estaba jugando para conseguir un torneo muy importante para él, el único que le falta de los cuatro del Grand Slam. Él es el número uno y la gente estaba más con él, pero conmigo estuvo muy bien. No tengo nada que decir.

P. No han pasado ni 24 horas desde su tercer título y ya ha tenido que acudir a dos fiestas en su honor. Además, atendió a los medios de comunicación en una rueda de prensa tras el partido. Luego, a las radios tras la cena. Y diez horas después de hacer todo eso, y tras pasar por un hospital, vuelve a estar ante los periodistas para hacerse una foto con el trofeo. ¿No le agobia tanta expectación?

R. Es parte de ganar y parte del trabajo. Claro que hay veces que uno necesita un poco de tranquilidad para asimilar que ha ganado y disfrutar un poco. Pensarlo, al menos, para darte cuenta. Pero, bueno, tengo dos horas y media de tren y supongo que no se puede vivir del pasado. Hay que seguir. La temporada sigue. Hay que estar muy feliz por lo conseguido. No sólo en Roland Garros, sino en todo lo que llevamos de año. Y a seguir trabajando día a día.

Rafael Nadal, ayer con su tercer trofeo de Roland Garros y la torre Eiffel al fondo.
Rafael Nadal, ayer con su tercer trofeo de Roland Garros y la torre Eiffel al fondo.REUTERS

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