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Cárceles de lujo para presos ricos

Paris Hilton renuncia a una celda de cinco estrellas con móvil y ordenador

"Dios me ha dado una nueva oportunidad y quiero aprovecharla". Éstas son las últimas palabras pronunciadas por Paris Hilton desde la cárcel, donde por fin parece encontrarse a gusto y haber aceptado su destino de presidiaria. La rica heredera ya no intentará apelar su condena y cumplirá sus 45 días como cualquier otro preso.

Paris ha renunciado a la fórmula seguida por otros famosos: la cárcel de lujo. Y es que la justicia no es igual para todos, por mucho que en los países democráticos incluso esté garantizado por la Constitución. Pero, ¿qué hay de justo en que un condenado a prisión tenga la opción de vivir mejor que otro en función de las posibilidades de su bolsillo? Quizás el ejemplo más sangrante sea el de las cárceles de pago de California, a las que, curiosamente, Hilton renunció por miedo a ser criticada. El sistema penitenciario estadounidense, que acoge a más de dos millones de convictos, está privatizado y genera beneficios de miles de millones de dólares al año. Eso permite que algunas instituciones puedan ofrecer gangas a sus clientes.

Por un precio que varía entre los 82 y los 130 dólares diarios, los convictos por delitos menores en California pueden optar a una celda de cinco estrellas, separada del resto de los presidiarios, donde está permitido desde el uso del teléfono móvil hasta el de la computadora o el iPod. El preso puede ir a trabajar cada mañana y volver a dormir a la cárcel y apenas tiene que cumplir con las tareas de limpieza u organización que los delincuentes sin recursos se ven obligados a realizar.

La mayoría de quienes escogen esta opción, para la que tienen que pagar por adelantado, suelen ser hombres en la treintena cuyo delito es haber sido arrestados conduciendo borrachos o con la licencia suspendida por esa causa, exactamente como Hilton. Si el delito es más grave, por ejemplo el robo de un coche, no tienen acceso a estas celdas para privilegiados.

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