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Reportaje:

Rosa Maria Sardà hace Bernhard

La actriz vuelve al teatro en catalán con una obra demoledora del escritor austriaco

El pasado mes de diciembre la actriz Rosa Maria Sardà ofreció en Málaga la última representación de Wit. Puso así fin a un periplo escénico como enferma terminal que se resume en más de 250 funciones a lo largo de tres años. Le apetecía volver con un espectáculo en el que el humor tuviera un peso importante. Y lo hará el próximo jueves con Tres dramolette, un montaje sobre el teatro en el que la comedia tiene el ropaje ácido de la crítica y que supone su regreso al teatro en catalán después de ocho años. En la pieza, se transmuta en Claus Peymann, director fetiche de Thomas Bernhard, para quien el dramaturgo escribió los tres textos de este montaje.

Los dramolett son piezas teatrales breves, escritas en un tono satírico, con referencias a la actualidad. El montaje que protagoniza Sardà cuenta con dirección de la debutante Carme Cané, gran amiga y colaboradora de la actriz ("sin ella no habría podido hacer las galas de los Goya", asegura). Cané ha trabajado como ayudante de dirección de Lluís Pasqual, Jordi Mesalles y Ferran Madico, entre otros. Pepa López y Mercè Pons completan el reparto de esta producción del Centre de les Arts Escèniques de Reus (CARS), que podrá verse en el teatro Fortuny de Reus del 14 al 17 de este mes. El próximo septiembre, abrirá la nueva temporada del teatro Romea de Barcelona.

Sardà asegura que para interpretar esta obra hay que ser "un atleta, y yo ya no estoy para estos trotes". También ha disfrutado mucho durante los ensayos, pero le da cierta pereza el estreno. "Como decía aquél, no me gusta que me miren mientras trabajo. Pasas un mal rato y te examinas cada día, algo que considero injusto", explica. Es en cierto modo un equivalente del amor-odio hacia el teatro que Bernhard expresó en este espectáculo. Sardà admira al dramaturgo por su talante provocador, y le considera "un antisistema". La fuerza del texto, "que expresa una cierta impotencia del autor ante el mundo que representa: una sociedad acomodada, consumista, de derechas", es lo que la convenció para implicarse en el proyecto.

La actriz destaca también la gran sintonía entre todo el equipo, formado mayoritariamente por mujeres. "No ha sido una casualidad que hiciéramos este espectáculo, sino una causalidad". Y no le da ninguna importancia al intercambio de sexos operado en el montaje, en el que el grueso de los personajes son masculinos y están interpretados por actrices. La directora comparte este punto de vista. "Lo que se dice en la obra es universal, tiene plena vigencia, y da lo mismo que sea un hombre o una mujer quien hable de ello".

Bernhard, que a lo largo de toda su vida fue un azote para sus conciudadanos austriacos (aunque él había nacido en Holanda, vivió buena parte de su vida en el país de sus padres), en especial por su actitud ante el nazismo, vuelve a arremeter contra ellos en estos Tres dramolette. Y lo hace sin dejar de hablar ni un momento de teatro a través de estas tres piezas de tono diverso, introducidas por la figura de un narrador (el papel le corresponde aquí a López).

La primera de ellas, de cariz surrealista, se titula Claus Peymann deixa Bochum i se'n va a Viena com a director del Burgtheater. En un tiempo en que dirigir esta institución tenía una extraordinaria relevancia (en algunos círculos austriacos se consideraba más importante este cargo que el de Canciller Federal), Peymann y su secretaria (interpretada por Pons) tratan de decidir qué llevarse a Viena dado que la mayoría de autores, obras y directores son prescindibles.

En la segunda, sin abandonar el humor, Bernhard se sitúa por primera vez a sí mismo sobre el escenario para criticar Austria, el Burgtheater y el teatro en general. Finalmente, en la tercera pieza Peymann y el dramaturgo Hermann Beil, su mano derecha, hacen balance de un año al frente de la institución vienesa y de nuevo radiografían sin contemplación a los austriacos. En la actualidad, los Peymann y Beil auténticos representan esta obra en Berlín.

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