Situaciones provisionales
Pasado el torbellino electoral, Alicante vive un momento de calma a la espera de que se constituya el nuevo Ayuntamiento. Durante la semana, la ciudad se ha dedicado a digerir las elecciones del día 27. Como era de prever, se han sucedido los comentarios de todo tipo, aunque la contundencia de los resultados no dejaba margen para las interpretaciones, en esta ocasión. A la vista de lo acaecido, todo el mundo está de acuerdo en que la izquierda actual -lo que llamamos izquierda, para entendernos- carece de ideas y de fuerza para movilizar a sus electores. Sobre este punto, el profesor Antonio Alaminos publicó un artículo el pasado sábado, en este periódico, de gran interés. Si no le entendí mal -la dicción de Alaminos parece algo complicada-, el profesor sostiene que el Partido Popular es la única formación capaz de movilizar a sus militantes en la actualidad. Estoy completamente de acuerdo con esta apreciación. Yo añadiría que el Partido Popular es la única fuerza, en la Comunidad Valenciana, que se opone al conservadurismo de los socialistas y de Izquierda Unida.
Alicante vive, como decía, unos días de quietud, donde los problemas de la ciudad están suspendidos. Se trata de una situación que acabará tan pronto se forme el nuevo gobierno municipal A partir de ese momento, los temas que habían quedado aparcados como consecuencia de las elecciones regresarán de inmediato a la actualidad. El principal asunto del que deberá ocuparse la nueva corporación -que es, prácticamente, la misma de antes, con algunas caras nuevas de escasa relevancia y menor personalidad- es el plan de Rabassa. ¿Seguirá adelante el plan, pese a los informes en contra de la Confederación Hidrográfica del Júcar? La confrontación se presenta interesante. La situación de fuerza en que ha quedado, tras las elecciones, Luís Díaz Alperi y el PP, lo garantiza. Desde luego, las cosas no podían haber rodado mejor para el constructor Enrique Ortiz.
Nada más resultar elegido, Díaz Alperi se ha apresurado a anunciar que dejará el cargo dentro de un año, a más tardar. El alcalde ha añadido que debería ser Sonia Castedo, la concejala de Urbanismo, quien le sustituyera. Este sentido patrimonial de la alcaldía -Castedo figura en el número tres de la lista municipal- puede escandalizar en cualquier otro lugar. En Alicante, después de doce años de gobierno popular, la decisión se acepta de un modo natural, sin que las declaraciones provoquen ninguna reacción. A partir de ahora, tendremos, pues, un alcalde con un pie dentro del Ayuntamiento y otro fuera, mientras mira de reojo hacia los tribunales. Aunque, en este punto, Díaz está hoy más tranquilo que unos meses atrás: como parlamentario autonómico, sabe que la decisión de los tribunales va para largo.
En los periódicos han comenzado a publicarse chistes y comentarios a propósito del futuro que aguarda a (Joan) Ignasi Pla. Mal asunto. Cuando un político comienza a perder el respeto del público, su carrera puede darse por concluida. Por muchos equilibrios que haga, al político le será difícil mantener la autoridad a partir de ese momento. Veremos si la tradición se cumple en el caso de Pla y, sobre todo, si un partido puede mantenerse sin líder hasta las generales. En estas circunstancias, todo indica que la única oposición efectiva al Gobierno de Francisco Camps será la del Banco Central Europeo.
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